AGUIJONES DE LA CULTURA
Sitio de Ovillos y Textualidad de una monstruosa rumiante (también la araña que teje su red)
martes, 29 de junio de 2010
ají molido fino o grueso
azafrán español en rama o molido
canela de Ceilán en rama o molida
Cardamomo blanco entero o molido
cúrcuma molida
gengibre entero o molido
nuez moscada entera o molida
Pimentón dulce nacional o importado
Pimienta de Cayena entera o molida
Pimienta de Indonesia entera o molida
Pimienta de Jamaica entera o molida
Pimienta de Madagascar entera o molida.
Pensemos en el silencio. En lo que no decimos ni queremos decir porque no queremos lucrar moralmente con ciertas cosas como hacen algunos "amigos" de Clarín que lucran con todo y además son buenos, honestos y progresitas. Era Gramsci el que explicó que el poder malo rara vez existe, como externo o desde afuera. El poder... malo es la hegemonía que responde al sentido común del que participa el amado "pueblo".
Ahora me enchufé: En serio, dado que muchos de uds., amigos, ex alumnos, son a su modo poetas (lo digo seriamente) la estética de uds. ganaría mucho si pudiesen leer las ausencias. Yo estuve en la conferencia de Derrida en el Cervantes en 1996. Increíble. Y luego cené con él: esa conferencia fue poética pero estremec ...edora: habló de los desaparecidos argentinos desde los silencios y la complicidad.Para mí el Mundial 78 es un trauma (lo digo a la luz del mundial que se viene y de esta argentinidad al palo que estamos viviendo). Entendí, siendo muy joven, que entre esa gente que aplaudía a Videla y yo no había nada que me uniera, NADA. Me lo exigíanmis muchos amigos, compañeros y amigos de mis padres y de muchos conocidos muertos. Tenemos que ir a las escuelas a ver las placas para entender???
Nuestro amado pueblo argentino tiene 3 pecados en el corto plazo: el Mundial 78; la Guerra de las Malvinas (o Mundial del 78 II parte) y el Menemismo (Proceso militar II parte). Estos fueron tres espantos padecidos por todos, causados o legitimados por nuestro amado pueblo, que estuvo los cuatro días en la calle por el bicentenario. Ojalá aprendamos.
Algo ...huele mal en todo Dinamarca, todo el tiempo y para Hamlet todo es fétido, recuerdan?
Viajes
Cuando encontré ese pisapapeles que te está reservado -lector- estaba en un negocio de baratijas en Praga, ciudad mágica. Buscaba adornos típicos para las típicas vitrinas pero vi el pisapapeles.Busqué al dueño y pregunté cuánto pedia; era evidente que no tenia idea. Valia como mil dolares me lo dio por 20 y en realidad ... me senti como una estafadora. Qué diablos fue la primera y única vez que le gané a un comerciante...
El Campo y la Ciudad. Reflexiones sobre el "Ruralismo" de la clase media argentina.
1
con su esmerada frase?
Kipling fue un sueño largo.
Melville duró bastante.
Dante: ¿qué significa
en el crudo balance?
Sólo queda Lugones
al fondo de la calle
reclamando un soneto,
perfecto en el detalle.
Poeta por acento, no por canto salvaje,
por un empeño ardiente, no por gracia constante.
Borges busca la proximidad,
un ajustado enlace,
las señas emotivas de los poetas locales.
Con Carriego mantiene
una vieja disputa, al aire.
lo trae, lo aleja, lo aproxima,
lo saca del estante,
lo pone junto al cuerpo,
nostálgico, transido, suave.
Lugones es el maestro,
el que no debe olvidarse.
El que plantea realismo, claridad, envase,
con un gran gesto retórico
que asegure la fluencia de lo que se hace.
Borges no fue ministro,
careció de asesores
no tuvo oficiales,
periodistas, compinches o curiosos
que hasta el final lo acompañasen.
Fue víctima de dudosos encuentros con salvajes trampas.
No hurgó en los cancioneros tradicionales.
No tuvo tiempo para todo.
Las conferencias, las lecturas reales,
luego las imaginadas,
el tedio de las entrevistas, los viajes,
el deseo de los idiomas,
la emoción de las tardes,
redujeron sus saltos,
no permitieron todos los fatales
y deliciosos vínculos
con lo natal que impone vasallaje.
Poeta por método y por martirio,
el arrabal cavado en el desaire,
la leyenda, el ardor, la valentía
de los que dejan vida en el instante.
Y por eso admiró con asombro
el cuchillo mortal
que entra y que sale.
Le provocó temblores
Y personajes.
2
pasa a su lado
otra toca su hombro
y le musita: “lo he leído tanto”...
De cada una Borges recoge un tono, un canto.
Lo femenino lo conmueve, siempre.
Sugiere labios,
relieve
el pecho delicado de vivir para amar.
Tiene que ver con un aroma extraño.
Pasajeras veloces,
mensajeras de un árbol
que crece de modo instantáneo
en el centro del corazón
o en la mitad del párpado
hasta hacer de cualquier hombre,
un hombre enamorado.
La mujer es en Borges,
un imán, un diamante novedoso
la chispa emotiva
que inaugura otro ánimo.
Tan febril, tan curioso,
y tan entusiasmado,
que a partir de un saludo,
sus ojos abandonan el cansancio
quiere inventarle alondras espacio,
quiere una rosa que quepa en cualquier vaso
quiere que el mundo se transforme
de cúspide y de plano
que crezca la Virtud,
que cada hombre sea un Santo.
Es el idilio de la fantasía,
es la locura del gran arrebato,
es invadir la piel de la cornisa,
y desde allí mirar todo cambiado.
Ellas por su parte avanzan
con circular encanto,
casi desnudas, leves,
con sonrisas de engaño,
con caderas perversas
con los pechos en alto
suaves, continuas, finas.
Borges ha vuelto al poema áspero.
Imagino por un instante,
tuvo por un minuto hambre y hartazgo,
la sensación de una sorpresa,
y ahora tornó a su acto
lento, difícil, necesario, esquivo,
construido con deseo y con asco.
3
es un premio excesivo.
Hay que ir por ella como por un mar,
con brújula, aparejos, signos,
que ayuden desde el horizonte
a caminar con rumbo definido.
Es necesario obedecer,
es conveniente mantener el ritmo.
Borges no acepta y huye,
opta por su destino,
y sin dejar de estar,
decide colocarse ante sí mismo,
inventa su paraje,
su detallado delirio,
urde las palabras,
pero como todo no puede,
frente al desorden que convoca vivo
elige una estructura que lo apoye
que le dé música y espacio estricto.
Florida es implacable
tiene un propio designio.
No le interesa nadie en especial.
Los duros y los sensitivos,
¿qué diferencia hay en el balance?
Cada uno sin saberlo ni sentirlo
es un heroico ante la muerte,
es un golpeado por los hechos:
sacrificado, honesto o asesino,
cada uno del montón
es un brutal y gran desconocido,
que lleva, trae, empuja, rueda
un viento negro, nunca definido.
Los hombres no son felices,
y caminan, iguales, decididos,
por la Florida interminable,
con clima de laberinto.
¿Quién la hizo tan derecha,
tan delineada y rumbo al infinito?
Borges sabe que es otro más,
sin nadie que le ofrezca alivio.
No cree en la gloria,
no cree en ningún descanso merecido,
sabe que a todo lo acosa el espanto.
Borges está en la rueda, gira lívido,
manotea un murmullo,
y sabe que está solo y despedido.
4
Borges escribe, ordena
palabras, situaciones, gestos,
que llegan con su métrica.
Quiere escuchar la Música
a través de los labios que queman.
Todo sale del centro de la cara,
el argumento, el clima, la cadencia.
Nada queda descuidado,
silencio, períodos, materia.
El bastón es su lápiz
y el aire es el papel que se le pega.
Debe hacerse mención de la Memoria
la que viene de atrás, la que conserva
los detalles, las formas,
las delicadas señas.
Camina y no camina,
avanza, sobrelleva,
elimina el obstáculo de estar,
no le importa el clamor, la polvareda,
los disturbios perennes.
Tiene lo que desea
para poder imaginar,
desierto, horror, indiferencia.
No necesita oasis,
palmeras que dibujen tregua.
Tiene ensimismamiento,
toda la resistencia,
y así sigue, avanza, cruza.
Llegar a Córdoba es la idea,
penetrar en Florida.
Aún falta mucho, no le llega
ningún aroma de plaza.
Lo único que lo consuela
–que lo podría consolar con evidente prueba–
es el poema que irrumpe por las órbitas,
que lo atraviesa,
como una ronda de tormento.
Eso lo salva, lo lleva,
lo vuelve forastero de una ilusión eterna,
con aire de comarca
y en donde no hay fracaso
ni tristeza.
5
y hay una decisión, una entre otras
de caminar hacia la Muerte,
con el cuerpo exaltándose en la sombra.
No hay amor si no hay espanto,
no hay cuerpo que no desangre a solas.
No hay salvación si el poema tarda,
O si la palabra se diluye en la borra,
O si en medio de la marea,
no llega exacta redonda
frase en la que se representa
la síntesis que apasiona.
Borges advierte con pesar
que llegó a Tucumán, y no hay estrofa.
No puede borronear, tachar
romper lo que es imperfecto o sobra.
No puede eliminar papeles
que se resisten a aceptar la gota
de sonido, de énfasis,
de claridad conmovedora.
Todo se desarrolla
sobre una tela que no tiene fondo,
en el espacio de la desmemoria,
en la aridez de lo que no se pronuncia
en el deseo que no encuentra forma.
Borges insiste, insistirá,
recordará tramos de su obra,
arañará emociones, aunque sabe
de tardes que se desploman
sin dejar nada,
sin endecha, sin párrafo, sin copla
sin el menor asomo
de redención verbal cantora.
Lo vago, lo puro y lo impuro
Estamos lejos, lejanos, estamos allá, en los márgenes devastados de algún sitio lejano, o en los costados devastados de nosotros mismos.
Verónica en Primavera
Sin embargo, los cuerpos no la abandonan. Permanecen adheridos a sus flancos como por una conexión milagrosa y perenne. Se imagina los cuerpos vistos desde un ángulo superior, desde el aire: un cuadro de Picasso tal vez, porque ya es empujada hacia adelante, sus cabellos tironeados por un cuerpo de azul que pasa corriendo. Verónica trata de avanzar hacia la salida pero nuevamente la atrapan potentes piernas, torsos ineludibles y una vez más se desliza de un lado a otro. De pronto una pollera amarilla pasa a su lado, también arrastrada en el mismo torbellino y una mujercita pequeña y colorada le sonríe dulcemente aunque ya la ha perdido de vista y de pronto un niño, un padre, un maletín, un marinero, una anciana, todos flotan ya incomprensiblemente hacia las vías.
Manara
Pero allí no acabará todo. Será preciso aún otra caminata aunque ya se esté cansado y resoplando aire, hasta el fondo del pequeño parque, donde estará el niño. Sin embargo, uno no entenderá nunca cómo es que el niño ya está mirando con su sonrisa perpleja que viene desde atrás de esos ojos grises y de la boca pegoteada con helados y bombones. Pues todo afán descriptivo siempre corre el riesgo de resultar artificioso y extenso. Los ojos que miran lo toquetean todo, se detienen sólo en algunos espacios, siempre es el fragmento de un cuerpo, una gota de saliva o de sangre. En fin, uno ha recorrido ya todo un camino y exhausto como está, deja la lapicera.
Colores (y retazos)
Entonces aprovecharía que fuera del circo no estoy encerrado en la línea circular y poderosa que divide la carpa en arena y tribuna, haría coincidir la bailarina de trapo que cuelga del espejo retrovisor con la nube de pasado y risas infantiles y aceleraría alegremente para atrapar los flotantes retazos y colores de mi infancia. Supongo que en la primera embestida agarraría la mayoría de los recuerdos; al resto los perseguiría -ya enfervorizado por tenerlos a todos- en la calle o en la vereda, hasta donde hubiesen volado por el viento del primer golpe, y los terminaría de atrapar en algunos minutos.
El Clavel del Aire [1]
Expósito errante, une su destino al de las aves, los sueños, los ángeles, el humo y el viento. Se trata, quizás, de una suerte de mensajería espiritual; por medio de ella transmitidos nuestras inagotables súplicas hasta los oídos de nadie. En su oficio de médium, el clavel del aire irradia a su alrededor fuerzas o energías que comunican nuestros labios resecos con las hostias que imaginamos levitando en el aire. ¿Pueden detectar nuestras miradas aturdidas su esmirriada corporalidad?
La "tillannscia aeranthos" -según su prontuario científico- es, admirablemente, pariente cercano del ananá. Es, además, desarraigado émulo de la orquídea; ambos se nutren de las breves migajas de polvo, de luz y de agua que el viento arrastra en su nervioso baile. Abrazado a las últimas ramas de los árboles o a los tensos cables que conceden un aura fosforescente a las ciudades, nos deja atónitos con su simple y desnudo modo de vivir. Con sus uñas de aire, el viento, ecuánime y despiadado, cala estrías dolorosas esculpiendo en el tallo formas supliciadas; calcos de una humanidad quebradiza.
¿Cuál es la imagen sensible que nos suscita instantáneamente la visión casual del clavel del aire? Nos vemos duplicados. En su terco afán de pretender lo inconcebible (vivir del aire) y de huir de la fatalidad (la tierraparturienta), nos reconocemos aferrados a una vida en la que oscilamos vacilantes, suspendidos sobre un abismo en cuyos acantilados preferimos merodear a ciegas.
Observándolo, recordamos el salto portentoso de todo niño que, por un breve pero formidable lapso, se cree apto para ascender a los cielos. Pero el suelo es condena. Entonces lo imaginamos como un libérrimo arquetipo de la esperanza colectiva o lo suponemos encarnación de una deidad tímida. Pues algunos objetos son capaces de soñar en nuestro lugar. Así aprendemos que somos nosotros los claveles del aire. Ya está dicho, no es un vegetal: es la representación dolorida de las ilusiones milenarias de la especie, un muñón de nuestro cuerpo que se cuelga del aire.
_______________
[1] Es una epífita. Como las orquídeas.
domingo, 27 de junio de 2010
del que está condenado a una determinada tarde, a un determinado pasado.
No necesito estar, estoy desde antes.
Ella me canta y yo la escucho desde mis platos y mi comida,
y mis ollas con olor a todos los días,
desde esta mesa de madera en que todo resbala.
Como reina dolorosa del abismo comulga hoy con mi propia animalidad.
Te escucho con todo el cuerpo volcado sobre la ventana,
como un borracho sobre un estanque con luna
y una vez más compruebo que la lluvia quita la mayor vitalidad de mi tristeza.
Hoy nada restaura la herida de sentirme viva.
sábado, 26 de junio de 2010
Con esta lista, entenderán, en parte, mi proyecto de escritura. Porque tal vez el objeto elemental es precisamente un margen.
Sócrates invitaba a caminar con él a unos cuantos, pero cuando los convidados creían seguirlo, él siempre estaba atrás. Si preguntaban, decía "vayan siempre delante de mí" y el diálogo se establecía no sólo por las palabras sino por los cuerpos maestro-discípulo...
La humedad
Digamos que se trata de un medio genesíaco, del que nacen cosas. Esto ocurre, desde luego, en la naturaleza, pero también, como medio ambiguo, en la poderosa mitología. Parece que Anaximandro creía ya -y no los porteños- que en un principio era humedad toda la región alrededor de la tierra, pero, al ser secada por el sol, la parte vaporosa originaba vientos y éstos las revoluciones del sol y de la luna. Mientras que el resto es mar.
Los primeros seres vivos nacieron de lo húmedo, envueltos en escamas, luego se les fueron secando y se les quedó como una corteza, hasta que esta misma también se rompió y entonces vivieron durante un corto tiempo una vida distinta. Los animales nacerían de lo húmedo evaporado por el sol.
¿Pero y el hombre -o la mujer da igual? Al principio parece que era semejante a un animal: el pez, como animal de raza similar y pariente.
Otros sostienen que los astros celestes nacen de la tierra, por la humedad que de ésta surge. Cuando una exhalación se rarifica,nace fuego. Del fuego elevado, la frase "lo que mata es la humedad".
En este sentido, la humedad no sería sólo origen sino destino fatal, una mezcla de tierra y mar, y con el tiempo, si todo va viento en popa, la tierra quedará disuelta por la humedad, hasta convertirse todo en barro. En ese momento, comenzará una nueva generación histórica y chau baires.
Para qué seguir, si en tradiciones míticas menos cultas, como la nuestra por ejemplo, el hombre nace del barro primordial. Esto es la humedad con sentido, y su medio más propicio bocas, marismas, pantanos, fango. Lo genesíaco siempre va unido a estos estados intermedios pero no absolutos de los elementos, magma, barros, polvo.....
En toda marisma hay algo enfermizo porque representa una excesiva potencia generadora, incubadora de vida, y también de enfermedades. Y con éstas vendrían los estados alterados, los delirios, la conciencia de no ser, el tango, bah! caldo de cultivo de apariciones y humedad. Los dioses en estos casos esperarían fumando y nada de sus cosas tendrían estado cierto.
Pero, ¿y la marisma interior? ¿La humedad por confusión, presidio, desazón o cambio? Hay un empeñarse de la plenitud de los virtuosos que de pronto hace mutar todo en abyección. Yo pienso que es pureza sublimada, bordea siempre el precipicio del pecado, hay una invasión de amor que es pura espiritualidad, y que rara vez se condensa en carnalidad -porque son "los virtuosos" y no le dan al tango.
Somos mutantes y nacimos en ciénagas, y de puro milagro, en nuestra marisma interior, vagamos confundiendo la moral, la salud y la enfermedad. Nervios, fiebre, desmayos, caída y recaída, pesadillas e insomnios, visiones y miedo permanente al precipicio, que es un principio, precisamente, de la locura.
Extrañamos en cantidades húmedas. Esa es mi lenta, vana, sensación de hoy. No voy a escribir ya tan saludable y exultante en contraste ahora con la poca luz, algo de lluvia inventada y el sol que todavía no calienta.
Pero voy a seguir intentando escribir nuestra humilde humedad.
Eso sí: participo tristemente de la conciencia de lo vetusto.
miércoles, 23 de junio de 2010
Viajes II
España es más seria; no tanto la gente sino el país, aparece mucho más la piedra , pero igualmente todo muy hermoso.Hay más profundidad , como si se tomaran la vida más en serio Estuve en cuevas con "dibujitos" de hace 20.000 años .No las Altamira, porque hay que reservar con tres meses de anticipación, pero cerca : hay muchas. Santillana del Mar está al toque, y el paisaje de las vaqueras del marqués un despelote.En fin, mucho para contar.
También fui a Valencia, ciudad en la que vive un primo italiano casado hace ya años con una española. Conocí los arroces, y las fallas (no me preocupo por ellas: todos las tenemos). Y cuando volví se me había pegao el acento.
Pero de eso aprendí a desconfiar: tal vez aquello que suponía ser el típico acento valenciano no era otra cosa que el macarrónico que practican los tanos en ese supuesto reino; jerga mediterránea imprecisa pero apta para elevada cota de comprensión entre tano-valenciano y tana del Virreinato del Río de La Plata.
Segundo
El yin y el yang son interdependientes. No pueden existir el uno sin el otro. Por ejemplo, el día no puede existir sin la noche.
El yin y el yang pueden subdividirse a su vez en yin y yang. Todo aspecto yin o yang puede subdividirse a su vez en yin y yang indefinidamente. Por ejemplo, un objeto puede estar caliente o frío, pero a su vez lo caliente puede estar ardiente o templado y lo frío, fresco o helado.
El yin y el yang se consumen y generan mutuamente. El yin y el yang forman un equilibrio dinámico: cuando uno aumenta, el otro disminuye. El desequilibrio no es sino algo circunstancial, ya que cuando uno crece en exceso fuerza al otro a concentrarse, lo que a la larga provoca una nueva transformación. Por ejemplo, el exceso de vapor en las nubes (yin) provoca la lluvia (yang).
El yin y el yang pueden transformarse en sus opuestos. La noche se transforma en día, lo cálido en frío, la vida en muerte. Sin embargo, esta transformación es relativa también. Por ejemplo, la noche se transforma en día, pero a su vez coexisten en lados opuestos de la tierra.
En el yin hay yang y en el yang hay yin. Siempre hay un resto de cada uno de ellos en el otro, lo que conlleva que el absoluto se transforme en su contrario. Por ejemplo, una semilla enterrada soporta el invierno y renace en primavera.
martes, 22 de junio de 2010
Iban Genovese, Tatú y Pedro Picapiedras. Iban solos ese día, era un encuentro para más de doce matrimonios de ex choferes de la línea. Y Bidegain, claro. Pero es abogado, así que no cuenta. Tatú lo conoció hace poco pero lo tiene en alta estima, y siempre un doctor realza la compañía. Es bien hablado Bidegain, pero habla poco.
Ellos no, ellos arreglaron porque iban juntos y así estaban las cosas. Hace mucho que no duermen bien pensando en ese encuentro. Sólo esperaban que el locro estuviera a punto, Bidegain lo saboreaba como si lo hubiera hecho antaño su madre, que en paz descanse; esperaban que la autopista no estuviera muy cargada, que no ser de los primeros, mirá cómo pasó el guanaco que está apurado, que este autito chocado y destartalado de Pedro no se nos empaque.
Ya la otra vez había habido guitarreada hasta casi las cinco de la mañana. Genovese, el rengo, llevaba su instrumento de madera gastada, por si acaso... Sabía que le pedirían, que lo invitarían amablemente a cantar. Para eso era tucumano carajo, y para eso le quedaba la voz, porque las piernas ya no le funcaban. Dos retacitos colgando y las muletas, pero qué voz, qué voz...
Bidegain observó desde un primer momento que los rodeaba una misma cosa, un solo movimiento. Ese peso con el que caminan los amigos, que se conocen, que se saben capaces de, que se herrumbran juntos, envejecidos sí, un poco desteñidos quizás, pero uniformes, parejos. Se unen al caminar como girando sobre sí mismos.
Vieron muchos pibes pasar que no tenían franco como ellos y se regocijaban frotándose las manos. “No se quiere morir”, decía Tatú. Y sonreían ante la juventud impertinente, alcornoque. Sabían los tres que el contrapunto era inevitable. Y Bidegain se relamía por la comida casera y por la gola de Genovese, que era proverbial, de todos modos conversaban cómo Manuel forzaría su talento inútil, su garganta apasionada pero rala. El rengo lo podía, eso estaba claro, y quién lo hubiera dicho. Manuel pintón, con su mujer colorida y rechoncha al lado, y así y todo, uno de los mejores choferes del 168. Pero no: con el rengo era otra cosa. Había sido chofer y en un accidente, bueno, para qué andar revolviendo, mejor contar algo del ascenso de Quilmes, del mundial que se viene, de los horarios cada vez peor, de usted Doctor, incluso a veces Tatú salía de tema y en lugar del canto quería hablar de ese Tucumán querido. Genovese no quería, se resistía un rato, hasta vergüenza le daba, pero en fin, algo decía, no mucho. No se extendía, también era que extrañaba, se notaba, para qué andar mintiendo y para qué entristecer al auditorio que en cualquier momento bajaría los ojos y apuntaría directo a sus piernitas cursientas, y para qué malgastar miradas, para qué, pudiéndolo cantar todo, pudiendo soportar todavía unas zambas hermosas y una voz que le resonaba entera, nada de retazo, ahí enterita y clara. Y comentaban:
- Che, ¿vienen todos?
- Y sí, se juntaron como 500 pesos.
- Van a estar chochos algunos...
- Sí, cuando lo vean a éste se van a preguntar quién es el doctorcito.
- Callate. Es un amigo y basta. Juan Carlos Bidegain, abogado penalista. ¿Sabés, no? Los del sindicato se van a tener que meter la lengua en el tujes.
Bidegain pondría su mejor cara de exhorto nunca respondido y chau. Con tal de escapar de Marta por una noche estaba dispuesto a la disputa judicial. Pero era lejos: Ezeiza nomás y para allá iban. Era lindo el fresquito que se pescaba si uno se asomaba un rato, y claramente contrastaba con el calor imposible de ese autito. Pero lindo, che, de vez en cuando... Bidegain se hundía en sus pensamientos.
- ¡No! Allá quedaban los talleres viejos...
- Sí, pero ahora se los llevaron a un descampado que tienen por el otro lado.
- ¡Y bué! De la buena época no queda casi nada.
- Sí, che, ¡nosotros!
Y se rieron una vez más, como con cansancio. Bidegain notaba amargura, resignación, pero dio vuelta la cara a esos pensamientos y a esos hombres. Ya estaba allí, así que a disfrutar de la guitarra y la comida calentita y casera.
Se bajaron un rato para estirar las piernas. Bueno, Genovese no puede usar guantes, entonces cada rato se detiene y se frota las manos. Y después retoma esa marcha despareja. Los otros dos lo esperan, de cerca, fumando. Bidegain en el auto.
Después alguno tararea algo, como esperando la que se viene, esa biaba imaginaria que piensan que se comerá Manuel, medio carcamán cantando, medio payuca el bola, se ríe Tatú.
Bidegain escucha como ausente, pero no duerme. La historia humana, piensa, es siempre la historia de sus viajes. Y él se sentía como el encargado de privilegio para darle un sentido y clasificar ese viaje inclasificable, que le producía cierto asco y cierta envidia a la vez. Son perfectamente compatibles, pensaba Juan Carlos Bidegain, mientras se hundía en su camperón y esperaba el ritmo de los otros tres. Cómo darle sentido a cosas como esas. Marta nunca comprendería. Uno puede estar adentro y afuera. Dormido y despierto. Y si había una habilidad de la que Bidegain gozaba era esa: adentro y afuera indistintamente. Era como una virtud estética. Y no se la reprimía ni loco. Bidegain orgulloso tomaba nota mental de ese viaje impensado, vulgar, y sin embargo, sincopado, largo, caluroso y ciertamente digno. Escuchaba anécdotas que le eran ajenas como propias, y su impostura no se notaba, o se notaba apenas. De pronto, recordó esa ciudad insomne, al norte de Nigeria, sobre la cual leyó una vez. No pegaba ni con cola, pero imaginaba que esa noche no dormiría nadie durante muchas horas, y pensó que él, más que nadie, debía cuidarse, porque sin querer se sentía como entre nativos, que podrían enterrarlo vivo si llegaba a pegar un ojo. Se rió y sin hablar se hundió aún más en su campera. Estaban cerca ya, igual nunca se sabe dónde empieza una cosa y dónde termina. Marta estaría como loca, y a él eso ya le alcanzaba. Después, el lunes a sus pies, como siempre. Pobre Marta, las mujeres no saben viajar, ni dormir realmente, ni ambas cosas a la vez, como él.
jueves, 17 de junio de 2010
Objeciones a Carancho, de Pablo Trapero (2010)
¿Hay que decirle que el film noir se lo deje a Scorsese? No. A no ser implacables con Trapero. Se trata de un film que trabaja por acumulación y por exceso, eso es todo. De nuestros nuevos directores argentinos él, junto al fallecido Fabián Bielinsky (1959-2006), también Daniel Burman, Lucrecia Martel o Adrián Caetano son los nombres más destacados y su lugar se lo ha ganado.
Este realismo sucio que presenta en “Carancho” despliega un juego de cámaras altamente superior a “Leonera” (2008) y a todas sus anteriores películas, y nos sumerge instantáneamente en el mundo, algo desconocido si se quiere, de los abogados que se alimentan de la necesidad de la gente desprotegida en sus momentos más vulnerables, cuando son víctimas de un accidente de tránsito, el mundo de las ambulancias y hospitales que los recogen y los asisten.
Es clara y explícita la cita de Trapero a “Vidas al Límite” (Bringing Out the Dead, 1999), el film vertiginoso y algo menor de Martin Scorsese, protagonizado por Nicolas Cage. Aquí el elemento dramático-religioso, sin embargo, y quizás se lo pueda leer como una pérdida, está completamente ausente. A cambio de esto, los dos personajes centrales se encuentran a la intemperie en todo sentido (Luján y Sosa son dos náufragos en un mundo de monstruos, como diría el personaje de Carmen Maura en La Comunidad de Alex de la Iglesia).
Trapero es un realizador joven con largometrajes bastante interesantes. Carancho no resulta superior a “El bonaerense” (2002) o “Nacido y criado” (2006), donde el crudo realismo aparecía tamizado por otras ideas subyacentes más que profundas y más que sugestivas.
Recordemos que “Mundo grúa” (1999) fue su primer film y era una novedad imperdible de la exploración neorrealista en el mundo castigado de la argentina durante fines de la década del ochenta y todos los nefastos años noventa.
Como en “Leonera” (2008), Trapero y el guionista investigan muy bien el ambiente en el que tendrán que moverse los personajes dolientes y físicamente heridos que representan un cierto regusto de Trapero por ese realismo algo exagerado, que "se ensucia" mostrando con lupa escenas del funcionamiento de los hospitales ante una emergencia, la forma de trabajar en medio de organizaciones criminales y solapando las inyecciones incesantes de la doctora o el pasado ciertamente oscuro de Sosa (Ricardo Darín).
El thriller negro contiene siempre personajes condenados a la destrucción, a la corrupción en todos los niveles, deambulando en ambientes urbanos generalmente nocturnos, y aquí Trapero no nos da tregua en términos formales ya que predominan en casi la totalidad del film los primeros planos, la proximidad de la sangre y el rictus asfixiante que incomoda al espectador más fiel.
Técnicamente, el film es irreprochable e insisto que los protagonistas adquieren la carnadura adecuada para los actores elegidos. Quizás Darín está espléndido en soledad pero no creíble en términos de su relación amorosa, ni con ese costado cómplice que tan bien supo captar y trabajar Bielinsky cuando lo dirigió en “Nueve Reinas” o “El Aura”. Ni Darín ni Martina Guzmán resultan simpáticos, ni se salvan de una depresión constante.
La crítica ha dicho que una vez que Carancho concluye no nos queda casi nada. Esta sería una de las trampas de la ilusión realista: todo se encuentra allí, no hay pliegues, dobladillos, repulgues o ruedos; tal vez eso sea cierto, pero de ningún modo afirmaría que lo que se narra importa poco. Para Trapero importa y mucho. Uno termina curioso respecto de ese universo agobiante pero que acecha nuestras vidas en cualquier momento, agazapado y jamás desplegado de un modo honesto por los medios masivos de comunicación.
Apuesto a que Trapero en su próxima realización probará un intimismo más humilde, menos hipertextual, menos citado, sin tanto datos y víctimas, y plagado, eso sí, de silencios, circunstancias y conflictos de interiores que tengan su repercusión en el individuo que es un germen de la sociedad que habita. Eso sabe hacerlo si logró con Mundo Grúa revolucionar el cine argentino de los 2000.
Primero
En todas las familias con desapariciones y exilios hay ahora muchísimo arte. Imaginemos un hombre: es artista plástico y vive de sus obras. Los otros -hermanos, primos, tíos- son músicos, también de mucho prestigio y muy trabajadores.
Y pensando en nuestro ispa: desde las altas fortificaciones de los Quilmes, los Valles Calchaquíes son una avenida infinita desde y hacia el horizonte. Fueron los últimos indios en ser derrotados. El escenario de aquel genocidio hoy es una biosfera inagotable. Tucumán maravilla, gracias Dr. Riffel.
Es espectacular el modo en el que la naturaleza nos dice que NO hay nacimiento ni muerte.
b) Es preciso haber vagado mucho, haberse adentrado por muchos caminos para, al fin y al cabo, darse cuenta de que en ningún momento hemos abandonado el nuestro.
Les pido, lectores queridos, que elijan una de estas dos frases y respondan con un texto breve inspirado en una de ellas. La frase es un disparador de escritura, y me imagino que desde allí, sí, desde allí, hay muchos que quieren decir algo. Ahora es el momento. Casi como una ejercitación para cultivar el germen que todos llevamos fermentando hace tanto tiempo.
Viajes I
En el caso de las personas, la forma se forma de expresión, de la articulación de un discurso que taja la expresión del rostro y del cuerpo (bordes, cicatrices, muecas, huellas....).
En el caso de los viajes, se dispone así un círculo (diré hermenéutico) donde la comprensión de un traslado, de una fecha, un vuelo o de un individuo trasladándose supone la (pre)comprensión del todo y viceversa...
La sola mención es un gesto absolutorio, un “acto de justicia”: es ex-presión. Justicia es presencia del Otro, que descubre mis recursos y mi falta, y ante quien me expreso, y me absuelvo y me desnudo.
miércoles, 16 de junio de 2010
Caes
desde el calor del cielo
como una impregnación callada
como el sudor inalterable,
sobre mis grandes vegetales extendidos
sobre el lomo de estas bestias feroces.
Las flores se cierran lentamente
con el verso nocturno de una dulce garganta de pájaro.
A lo largo de un ancho silencio
caes
en mi zona sonora
como un zarpazo sin tigre
caes
como el agua de la noche
en que duermo.
Caes
y dedicado a caer
adorable
persistente
no todavía
con tu solo reposo de caer
abres la grieta
ese destello ilusorio
entre mi color y el infinito.
V.D.