lunes, 19 de julio de 2010

Cinco Días sin Nora

Podemos estar sin Nora y sin esta comedia de pura reconciliación, de origen mexicano, que abunda y daña en su esmerada pero incompleta observación de la conducta y de los prejuicios de la clase media.

Mariana Chenillo, la directora, no logra emocionar. Y esto es ya decir mucho. Si el film se centrará en la historia de una mujer con un largo "prontuario" de desequilibrio mental, y que finalmente logra suicidarse como lo desea, el acto en sí nunca será gratuito ni tampoco aporético. No hay tanta meticulosidad pero sí hay un plan: reunir a una familia que se encontraba, como todas, desencontrada.

El lugar de la religión me parece uno de los grandes aciertos del film, como una comunión de espíritus más allá de las instituciones...

El tema de la muerte es propio de la cultura mexicana y sabemos que Rulfo ya ubicó al gran Pedro Páramo en un páramo llamado Comala lleno de muertos, sólo de muertos, y fantasmas que sólo pueden narrar su muerte, precisamente. Además en México se festeja a la muerte, se la regocija, se la disfruta y comparte en festividad y en celebración animosa. Le dan un lugar que desdramatiza su tragedia, como la actitud de las nietitas en la película ante el cadáver de su abuela, que "descansa" en una bañadera con hielo seco a la espera de que pase la festividad del Pesaj para poder ser enterrada "como ordena la religión".

La actitud de Nora (un nombre más que sugestivo y otro de los pocos aciertos de este film que saca suspiros, y también bostezos), es de descubrir a todos los demás muertos que se esconden en los placares de cada familia.

El marido -separado desde hace mucho de ella- nunca perdió el vínculo aunque a regañadientes debe hacerse cargo de estas cuestiones cargado de resentimientos y heridas nunca cicatrizadas del todo.
El hijo desprecia claramente a su padre depresivo y agrio, y se refugia bajo un suegro económicamente poderoso que dispone sobre su vida más de lo debido. La nuera apegada a las convenciones sociales, una prima metiche y conocedora de secretos de la finada, y una mucama (excelentemente interpretada), que conoce espléndidamente los gustos de su patrona y sabe nutrir a la familia como a ella le hubiese gustado.
El médico de la familia, y los dos rabinos datos de color.

La película es muy modesta, tiene pretensiones de equilibrio y nada más. No se permite excesos a pesar de que la muerte y la soledad son sus ejes principales. El respeto, ese valor burgués, aputosado y necio, predomina por sobre el arte cinematográfico, y Mariana Chenillo seguramente deberá mejorar y en mucho su mirada sobre la condición humana para su próximo film.
Todo es mesurado y sensiblero y es muy factible que haya que ver este film luego de cenar y de haber dormido convenientemente.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario