viernes, 29 de octubre de 2010

Hijas de...

Una reflexión en construcción sobre "Los Pájaros" de A.Hitchcock y "Dogville" de Lars Von Trier

lunes, 25 de octubre de 2010

Pensamiento en los huesos

A mí me gusta equivocarme donde los demás aciertan. Mi yerro es otra forma de verdad más mía, ¡ mucho más mía !

Los animales no se mienten a sí mismos y cumplen el destino que traza en ellos su ciego y fatal instinto. Nuestro destino, en cambio, es convertir nuestras mentiras en nuestra Verdad y errar profundamente el camino.

Hoy se me antoja...

la reputación de una palabra clavada a martillo, algunos cascabeles (para esos escritores que presumen de escuchar la música de las palabras), una boda, bienes guapísimos asociados a ella.

Abrir la caja de Pandora de la contemporaneidad puede ser de una extrema complejidad. Ahí compro una máscara! y me pongo a bordar mi nombre...

jueves, 21 de octubre de 2010

Oscar, Querido!!!!!

Me alegro que celebres mi día con un comentario sobre Altman, tan caro a tu corazón. Si hay un flaco larguilucho cuya inteligencia me puede es ese tipo ¿De qué útero salen? God bless them. Y tambien te bendigan a tí y a toda tu desmesura. UN BESO GRANDE!!!!

sábado, 16 de octubre de 2010

Taurofobia

Es que siempre empezó bien y terminó mal!!!!! Por eso lo digo, no por otra cosa...

El conocimiento no hace mejores a los hombres, pero la sabiduría los defiende de la fealdad, de la estupidez, y a veces, de la misantropía.

El mérito de los de Tauro es vasto: son grandes emprendedores, convencidos de todo lo que hacen, convencidos ante todo! Armonizados ante todo con la convicción en el apuro, en la cita de negocios y en las múltiples obligaciones... Son seres estupendos; por un lapso, pero estupendos.
Por ejemplo: son soñadores, y sueñan a la par de una, sueñan cosas imposibles y enuncian todo como si fuera a tener lugar alguna vez. En eso, son tan librianos que podrían nacer en octubre y comparecer ante los registros civiles sin problema, aéreos, etéreos, pero no!!!!! Pero no: ocurren en abril o suceden en mayo y así les ha tocado y no hay vuelta. Y eso los hace irremediablemente distintos, terrestres, calculadores...

Nunca he visto tanta energía puesta en algo, en cualquier cosa, siempre guiados -nobleza obliga- por un interés que entraña lo económico. Puesto que su lema es: mejor pájaro en mano que cien volando, o bien, no hay mal que dure cien años, o incluso, en aquellos más sufridos: "al que madruga....." Esto quiere decir el signo más pragmático del zoodíaco conocido por mí, y en estos tiempos... Pero digo pragmáticos y no elogio, reparo a medias en lo que esto entraña.

Convencidos de su honestidad, su intachabilidad y su incapacidad para mentir, mienten a troche y moche. ¡¡¡Total no son concientes de ello!!! Todo bien, de todos modos la hipocrecía nos cuadra a todos los signos por igual. Pero enseguida, ante la más mínima sospecha, braman: "yo siempre fui sincero con vos y te dije cómo eran las cosas".
Horribles demonios de la masculinidad mal consabida, la palabra mal empeñada, revolucionarios sin causa y sin esperanza, confidentes inconclusos, curiosos sin curiosidad, vuestro destino es trabajoso e incierto. No les deseo el mal pero casi.

Son como un manuscrito, bajo el título : "Pensamientos". La verdad es que nadie se atrevería a reponer aquello que sucede bajo ese encabezado pero tampoco nadie podría tachar lo hallado, lo predominantemente real. Ustedes son realistas, pragmáticos hasta el hartazgo. Ni idea si pertenecen al aire, al fuego, al agua o al carajo!! Pero son emigrantes, o inmigrantes, o algo por el estilo. No son de la tierra donde habito. Son extraterrestres, son E.T. de la vida, de mi vida, de la misma manera que lo fue Nietzsche cuando por primera vez lo devoré: seducción absoluta y absoluta e instantánea devoción, pero enseguida, -a menudo se me ocurre que escribir sobre ciudades en las que nunca he estado está mal-, y en cambio escribir la sospecha está bien, digo, enseguida se vuelven extranjeros, perfectos extraños.

Encadenados a un letargo que no se atreven a confesar (vuestra cobardía es supina, compañeros), y en base a mentiras cruzadas, cierta melancolía, bombas de estruendo y faltos de recursos, atrofiados, sucios, repiten un vientre quemado que no les cuadra, o que cualquier imaginación sensible descubriría al fin. ¡¡¡¡El pelo blanco pide, por caridad, un marco!!!!

Cultos, sobre todo cosmopolitas, orgullosos de lo que han hecho, han viajado y han vivido, nos enrostran lo buenos que son, lo honestos que siempre han sido, y terminan siendo un gran fiasco. Visitantes de ida y vuelta, pájaros abandonados en una ciudad de invierno, son compañeros, compadres, amigos, confidentes, amantes y todo al unísono, sin darse cuenta que todo es incompleto y absurdo, como amantes que han huído y sólo tienen un auto en donde refugiarse de la lluvia. Conocí literalmente un hombre que vivía en su auto. Increíble.

Absolutamente afines a las librianas desentendidas e inexpertas, bien aéreas y encadenadas, subidas a trenes destartalados que cubren sus heridas de metralla, a perpetuidad.

Pues no!! No necesitamos mentirosos profesionales. Grandes Bond en serie que nos vendan un género que es el thriller de espionaje. No!!!!! Decadentes de hotel, no necesitamos de ustedes para saber quiénes somos y cuánto valemos.

Y al final, en la escena patética, porque de eso no se privan -porque de nada, de nada quieren privarse y todo quieren apropiárselo y probarlo-, aparece la mujer, esposa colérica, matrona centenaria, mujer mezquina y preguntona, dependerá del caso... ¿Vos sos la chica de la foto? ¿Vos sos esa mina? Sí, responde una con una ingenuidad idiota, con una sospecha nunca confirmada, porque el taurino jamás afirma, siempre pregunta. Nunca es asertivo, siempre es inquisitivo o subjuntivo. Duda o deseo: ese es su territorio, nunca el infinitivo, ese modo en que todo el mundo afirma y se para en el mundo.

Y como consecuencia viene la granada, la piedra, la pesadilla agazapada. Indescriptible: esas guardianas bobas -y a la vez pétreas- de un secreto imbécil, defienden a ese taurino a rajatablas.

En fin!!!!!! admirólas!!!!! pero de lejos.

viernes, 15 de octubre de 2010

Leonardos

Este tipo de hombres, los de Leo, podrían resumirse en un solo sintagma: compromiso de calidad. Leo es el rey león, en un barco es el timón, en una novela es el narrador. En fin, sonará a loa, a elogio incesante, pero los amigos de Leo pueden sentirse orgullosos del gran signo que portan. El zodíaco ha sido generoso con ustedes y en ese cruce de astros han salido claramente favorecidos. Defectos tan pocos que ni vale la pena mencionarlos, pero la soberbia es quizás el más controvertido de ellos... Porque a pensarlo bien: si sos brillante, ¿por qué no podés permitirte algo de soberbia?? Yo, en vuestro caso, amigos, me lo permitiría y cómo!!!!

Alabo la exuberancia mental, las cicatrices que ustedes hábilmente convierten en una embarcación cinco estrellas, la atmósfera enrarecida que pueden transformar de sopetón en un aplauso... Celebro además la celeridad con la que desandan caminos viciosos para convertirlos en sublimes y virtuosos. Tienen un talento natural para embellecer, liderar y gozar en plenitud.

Mucho que aprender de los leoninos. Mucho de la autoafirmación que les sobra y que a otros -a nosotros- nos falta lastimosamente.

No sé qué pistones empujan mis dedos, pero todo encaja. Agosto es definitivamente un mes de quiebre, de inflexión animosa, de palpitación única!!

jueves, 14 de octubre de 2010

octubre

Todo está escrito y hay que encontrar la forma de leerlo. Eso nos lleva la vida entera.

Hoy, al mediodía, para quién sabe

La ciudad me llega como condensación
Esa gota que se desliza
suave, en reposo, paradojal
en el cristal delgado de mi ventana incesante.

Aquí estoy
en esta encrucijada que es música y que es dolor
en esta indagación ardiente
en esta ciudad que siempre es mi última ciudad
la poesía
siempre primera
siempre esfera reparadora de ese arrecife pobre en que nací.

Me estorba la palabra
siempre inestable, siempre rumorosa
ayuno amargamente ahora
y espero alguna dicha
alguna mugrosa túnica de lata
algún decir que restañe mis heridas.

Rompecabezas - 2010

La Onetto una vez más nos deslumbra con una excelente actuación en este film "chiquito" pero exquisito, de una realizadora joven que ahora se me escapa... Prometo ser más seria en la próxima entrega. Pero ¡qué película!

Aprendizaje. Esa es la palabra clave del film. Y aprendizaje a los 50! Una mujer que de a poco, y en base a un hoby que resulta incomprensible ante la mirada azorada de su familia semi idiota, va construyendo o re-construyendo la subjetividad perdida, olvidada, borroneada por tantos años de cocinar, limpiar y cocinar y limpiar para tres hombres (marido y dos hijos).

La primera escena deslumbrante. El manejo de cámaras bastante aceitado y la historia muy buena.

Me congratulo del cine nacional que se sigue abriendo en nuestro hermoso sol bicentenario!!!

Librianos

Si bien mi signo es compartido con ellos, resulta ciertamente diversa la perspectiva entre hombres y mujeres.

Una vez conocí a un hombre de libra que me subyugó inmediatamente. Era como una cebolla, capa tras capa, y capaz de todo. Hay que reconocerles el coraje. Concedido.

Ahora, ¡¡¡¡ son de terror!!! Infinita inseguridad personal, complejos varios, son caprichosos, les gusta el lujo que quizás no puedan pagar, y además, por si fuera poco para un hombre, egocéntricos. Son el centro de cada reunión y si no pueden serlo la arruinan para que no tenga lugar, no sea posible de ningún modo. No pueden pasar inadvertidos. Eso los mata, los desquicia.

Literario, lo que se dice literario esta vez no. Es condena. Las librianas no necesitamos otro libriano, porque nos matamos a los dos meses, o antes. Tenemos gustos en común, es cierto, porque a su manera también son muy mujeriegos y muy "mujeres". Tienen cuestiones de minas. Necesitan la palmadita incesante, el aliento constante, la que esté con ellos debe ser fuerte, debe ser autosuficiente al mango, y no pretender que estos especímenes algo neuróticos y alocados, funcionen alguna vez como el macho protector o proveedor. Van muertas!

Para octubre, en la segunda quincena, les espera éxito laboral (porque todo lo que emprenden lo hacen de un modo obsesivo, para bien y para mal), y les gusta la joda, la parranda, el jolgorio. Así que van a festejar probablemente todo el mes.

Saluti, amigos! Yo no tengo nada que ver con ustedes, pero tengo para mí que son buena gente. Insoportables, pero buena gente.

Cuídense la salud, eso sí. Porque TAMBIEN son algo dejados...

miércoles, 13 de octubre de 2010

Escorpiones

Camaradas de Ícaro!!!
Son de alguna manera mi signo predilecto. Puntería, peligro, inteligencia práctica, variación sobre infinitos temas, ilusionistas, hombres tsunami, nada de monotonías, e inmejorables amantes.
Allí está la clave de estos animales masculinos: son un alud. Pueden con todo y todos. Y si no pueden se retiran prudentemente, pero ocurre en muy contadas ocasiones.

No son ambivalentes o equívocos como los taurinos, ni estrellas en las constelaciones como los Leo, ni animales ávidos como los librianos. Son grandes trabajadores de la sensibilidad, de la piel, de los sistemas, de la creación femenina, y del propio cauce. Porque ¡cómo se cuidan a sí mismos! Nunca salir heridos, nunca sufrir demás, nunca perder el status que con trabajo y esfuerzo han
conseguido.

La tarea de sus vidas son las mujeres, básicamente. Luego se le atreven a todo lo demás: el conocimiento, el poder, la ambición (son tremendamente ambiciosos aunque no se note), y la vitalidad de la que gozan es digna de un poeta.

Mi eterno recuerdo para los escorpiones que han sido fundamentales en mi vida. Eso sí: yo no sirvo para ellos pero admito que eso me produce un gran lamento. Necesitan un camión con acoplado, minas con guita, y con mucha libertad. Yo, paso...

martes, 12 de octubre de 2010

Che, pensemos un cachito!

Nunca dije que no se pueda mirar tele, yo veo mucha más tele que mucha gente que me rodea. Creo que es un comentario profundo el que le debemos a semejante medio de comunicación. Efectivamente hay como dos estéticas enfrentadas aunque ni yo ni muchos de nosotros las encarnemos, es sólo un hipertexto.
Pensemos.
No pretendo llamar a los muchos amigos y/o colegas (no puedo dejar de ser cholula o farandulera un poquito....) de los canales y diarios (yo hablé de los canales) y que citen bien a Lacan o a mongo aurelio...

Esos amigos no nos pueden conseguir un trabajo? En serio, lo hemos pedido/ solicitado? Tal vez la solución a todos nuestros problemas esté más cerca de los que pensamos. Que nos eduquemos... no sé, en los canales de documentales sí, en los de aire no creo: Maru a la mañana, Moria vespertina, Rial, los encantadores programas de bailanta sabatinos, Showmatch al palo, los muchos programas progre de periodistas drogadictos y travestis, 678, etc..... Obviamente es un nuevo concepto en educación.

Seguramente otros tienen la razón como siempre (a mí me dicen intolerante porque no admito que no estemos de acuerdo en algunas cuestiones básicas -de todas maneras el concepto de tolerancia encierra muchas cuestiones).

Una pregunta: si se mira tanta TV ¿cómo se puede leer o escribir ? Siento que debemos estar defendiendo siempre causas ajenas, de gente que no necesita defensa o que contradice nuestros propios intereses. No entiendo por qué somos tan poco pragmáticos. Pensemos en esto. Para cuándo defender las propias causas? Si nosotros no lo hacemos no lo van a hacer los nobles periodistas del 13...

La tonante

martes, 21 de septiembre de 2010

EL JUEGO DE LAS DIFERENCIAS - Sobre "El Secreto de sus Ojos"

Excelente artículo de Luciano Monteagudo - PAGINA 12/ Martes 9 de marzo de 2010


¿Por qué se impuso esta película por sobre el resto de las competidoras?

Cuando muchos apostaban a La Cinta Blanca o a Un Profeta, ambas premiadas en Cannes, el voto de la Academia se inclinó sobre aquello que nunca falla en Hollywood: una historia de amor bien contada. Con otro plus: el tema de la venganza, presente en el imaginario estadounidense.
El secreto de sus Ojos se conectó de manera natural con un destinatario para el que parecía destinado.

En el mundo del cine quizás no haya un premio de mayor lustre y prestigio (no necesariamente popularidad) que la Palma de Oro del Festival de Cannes. Pero en Hollywood se lo conoce, lisa y llanamente, como “el beso de la muerte”. Basta que una película gane el trofeo mayor de Cannes para que, fatalmente, se vuelva con las manos vacías del Kodak Theatre de los Angeles (si es que llega siquiera a quedar nominada). Sin ir más lejos, sucedió el año pasado con Entre los Muros, Palm d’Or de Cannes 2008, que perdió a manos de un desconocido film japonés, y volvió a suceder ahora con El Secreto de sus Ojos, la película de Juan José Campanella, que en una espectacular arremetida final se quedó con el Oscar a la mejor película en idioma extranjero cuando muchos seguían apostando a La Cinta Blanca, del austríaco Michael Haneke, e incluso a Un profeta, del francés Jacques Audiard, que venían a repartirse los premios mayores de Cannes, la Palma Dorada, y el Grand Prix du Jury, respectivamente.

Estas diferencias irreconciliables entre un premio y otro –habría que remontarse más de 20 años atrás, a Pelle el conquistador (1987), del danés Bille August, para encontrar la última coincidencia– no hacen sino desnudar no sólo los distintos métodos de elección para llegar a los respectivos premios sino también las discrepancias de criterio y hasta de gustos de los votantes de uno y otro continente. Tal como anticipó Página/ 12 el domingo 28 de febrero, parecía difícil que los argumentos que sedujeron a un jurado internacional de apenas nueve miembros en Cannes para coronar la película de Haneke sirvieran para atraer los votos de todos aquellos miembros de la Academia (en su totalidad suman casi 6000, la mayoría estadounidenses) que hubieran visto los cinco films extranjeros nominados y en consecuencia estuvieran en condiciones de sufragar.

Filmada en un ascético blanco y negro, que le da a la película una extraña belleza pero al mismo tiempo la despoja de todo preciosismo formal, La Cinta Blanca transcurre en un pequeño pueblo alemán poco antes del estallido de la Primera Guerra Mundial. Allí Haneke –también autor del guión del film– encuentra una comunidad dominada por una cultura patriarcal y punitiva, basada en una noción de pureza propia del protestantismo extremo que profesa la feligresía local y que se expresa en esas cintas blancas que el pastor coloca en la vestimenta de sus hijos para que recuerden los valores a los que deben responder.

Lo que el film de Haneke va descubriendo poco a poco, con un notable entramado formal –que va sumando misteriosos hechos de violencia, cada vez más graves y que conmocionan a todo el pueblo–, es que detrás de esos actos aparentemente anárquicos se esconde un Mal que no tiene nada de sobrenatural. Por el contrario, la revelación de quiénes y por qué practican esas brutales acciones disciplinarias no podría ser más terrible.

La Cinta Blanca es entonces no sólo una película demasiado seca y austera para lo que se puede llegar a suponer es el gusto medio y homogéneo de los miembros de la industria que integran la Academia de Hollywood. Es también un film árido, violento, a su manera cruel.

Alguno de estos adjetivos también podría aplicarse a Un profeta. Sólida como una roca y de un clasicismo formal que casi no se permite ninguna distracción, el polar (la denominación con que los franceses identifican al policial) de Jacques Audiard narra con aliento épico el relato de iniciación de Malik, un muchacho de origen marroquí de 19 años, que cuando entra a prisión parece incapaz de sobrevivir allí siquiera una semana y para cuando sale, seis años después, se ha convertido en el líder indiscutido del penal, capacitado para manejar bandas de distintos orígenes raciales de un lado y del otro de las rejas.

Sin que jamás lo enuncie en voz alta, Audiard está diciendo con su película que afuera o adentro lo que impera es la ley del más fuerte y que las viejas mafias –como la que opera el padrino corso interpretado por el gran Niels Arestrup- van dando lugar a nuevos grupos mafiosos, representantes de los flujos migratorios que atraviesan la sociedad en su conjunto. Unos aprenden de otros a hacerse un lugar a la fuerza allí de donde son excluidos.

A diferencia de quienes parecían sus mayores contrincantes –nadie apostaba por el film israelí Ajami, que también traía bajo el brazo un premio de Cannes, o por la película peruana La Teta Asustada, Oso de Oro de la Berlinale 2009-, la película de Campanella no llegó a la instancia final avalada por ningún galardón, salvo el Goya, que es el premio de la industria del cine español y no el de un jurado de festival (por ejemplo, San Sebastián, también en España, de donde volvió sin nada). Su debut internacional había sido en Toronto, un festival no competitivo, pero de donde suelen salir muchos de los principales candidatos al Oscar.

Hay, sin embargo, un factor determinante, un plus que –más allá de su eficacia narrativa y de su acabado técnico, sin los cuales nunca hubiera llegado a la instancia final- tiene el film de Campanella y que no tenían las otras cuatro películas. Por sobre todas las cosas, El Secreto de sus Ojos es, básicamente, aquello que nunca falla en Hollywood: una historia de amor, un amor capaz de atravesar las pruebas del tiempo.

A esa historia de un amor casto y romántico, teñido de nostalgia por el pasado, un amor que sólo hacia el final se atreve a decir su nombre, hay que agregarle también otro factor que pudo haber sido definitivo para el voto de los académicos de Hollywood: el tema de la venganza. Motor dramático esencial en el imaginario del cine estadounidense, el de la venganza, o la justicia por mano propia, es un asunto que está incorporado al inconsciente colectivo de ese espectador (y no sólo de ése, como lo prueban los dos millones y medio de espectadores que cosechó la película en la cartelera argentina). Se diría que, sin proponérselo explícitamenteporque el cine de Campanella siempre adscribió al modelo narrativo hollywoodense-, El secreto de sus ojos se conectó de manera natural con un destinatario para el que parecía predestinado. El inminente estreno de la película en los Estados Unidos, en todo caso, no hará sino confirmarlo.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Relato (domingo 19/9)

Medellín me sorprendió gratamente, acaso de distintas maneras. Primero, desde el avión, cautivándome con su vegetación, sus desniveles, sus plantaciones y la gran fiesta de las flores a la que no podré asistir. No es lo más exuberante pero se saborea desde la altura un verde que me remonta a la sensación general de humedad enamorada de Buenos Aires.

Después, la gente: mi segunda alegría; es como la vegetación y abunda en gentilezas y respeto tanto como las sombras que dan el fresco a las calles empinadas, en las cercanías del hotel. Serán unos pocos días esta vez. Estoy de paso y como turista mis recorridos suelen ser bastante escuetos y espero con ilusión que entre el jueves y el viernes, días que me reservé para mí, poder dedicarle a mi espíritu de explorador la vuelta que se merece.

Todos los días viajo desde el hotel hasta la fábrica junto a un belga y un chofer, después de un desayuno rápido e incompleto porque a las 6:30 las tostadas todavía se están desperezando. Hoy fue una especie de jeep cuadrado, tosco hasta el cansancio de su doble tracción para atravesar la ciudad y llegar hasta la fábrica, otro gran descubrimiento... En realidad, cada día es un belga distinto, un auto diferente, nuevo ninguno, pero diverso.

Yo elegí atender personalmente a este cliente, mi tarifa, estos días sin Martha, el tiempo que durará mi visita, venir personalmente en lugar de mandar a alguno de mis colaboradores. Elegí esto porque viajar me alimenta y siempre tengo esta avidez de ingesta predispuesta a dar el zarpazo. Sin embargo, bajando solo por estas verdes calles de dramática pendiente, como paracaidista poco ducho, calles siempre verdes de hojas grandes y troncos delgados bañados de un musgo que aterciopela su corteza, no me siento feliz ni siquiera con mi amada soledad tomada del brazo y paseando como antaño bajo la intermitencia de la lluvia.

Cada noche cuando salgo a cenar y llego hasta el parque Lleras para sumergirme en esa maroma de exóticos pubs y restaurantes mis pensamientos se hunden en grandes dilemas lejanos al entorno, lejanos a Martha. Nadie baja dos veces a las aguas del mismo río. Es cierto, cada día el río, acaso mis aguas, tienen tonalidades diferentes en concupiscencia con el cielo. Aunque se vea triste, monótono y sin brillo, es un río revuelto que desconoce su desembocadura...

Hoy me tocó atravesar una experiencia hermosa e inesperada. En la fábrica se me acercó un hombre de los que ha estado colaborando intensamente conmigo, para presentarme a una persona con quien podría ser interesante intercambiar algunas cuestiones del trabajo. Después de un buen rato de conversar sobre algunos aspectos técnicos esta persona dijo que alguna vez estuvo en la Argentina hace como diez años, visitando a un cliente, tal como yo lo hago ahora, y en aquel entonces parece que conoció a un muchacho del cual tenía un enfático recuerdo, amabilidad y gentileza eran su características... También recordaba que lo había llevado a cenar y quizás hasta a dar una vuelta para conocer Buenos Aires. Hasta ese momento me sentía bien, porque en definitiva ya había experimentado en otros países latinoamericanos que me hablaran de las malas experiencias que habían tenido con la pedantería porteña. Después de profundizar en detalles, él recordaba tener su tarjeta con la forma y color del logotipo impreso. Contando minuciosamente lugares y hechos resultó ser que ese muchacho que él había conocido era yo, diez años más joven, quien también recordaba haber colaborado con un colombiano, y luego haber tomado unas cervezas juntos... Después vinieron la innumerable cantidad de amigos y conocidos en común que tenemos en otras partes del mundo.

Esta historia que es muy simple -y francamente imposible en cuestiones de probabilidad y estadística- generó no sólo en nosotros una alegría de profundidad tremenda, la doble mirada de insolencia y esperanza porque el acto del encuentro inicial perduró en algún sitio desconocido más allá de los nombres y los rostros.

Ahora que lo escribo, para otros esto podría haber sido la ruleta o el hipódromo, para Martha algo improbable y maniático, pero no es aprobación lo que busco. La respuesta, el encuentro de una mágica felicidad, precisamente, la cifra de la más implacable ternura, está debajo, sube antes o después de buscar cualquier transporte, sólo coincide en esas zonas de vagón donde todo está decidido por adelantado sin que nadie pueda saber si saldremos juntos o si yo bajaré primero o si ese hombre flaco con un rollo de papeles, o si esos niños bajarán ahora, o esperarán en Sao Paolo algún trasbordo lejano, si después o ahora esa muchacha sentada frente a mí, sin mirarme, con los ojos perdidos en el hastío de ese paréntesis en el que todo el mundo parece consultar una zona de visión que no es la circundante, salvo los niños que miran fijo y de cuajo a las cosas.

No, las muchachas de impermeable verde se sitúan en los intersticios, miran sin ver, con esa fingida ignorancia civil de toda apariencia vecina, de todo contacto visible. Bellas, estúpidas, tiránicas así son las reglas de las mujeres viajeras, de las que no son como Martha, turbadas o complacidas, repelen el reflejo a mi lado, reclaman la imposibilidad de coincidencia una y otra vez. Renuevan la sed en cada viaje.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Stop making sense!

DE ESTO NO PUEDO HABLAR, NO CONOZCO EL TEMA Y TALKING HEAD NO ES DE MI EPOCA..... CLARO, MI ÉPOCA MUSICAL LLEGA HASTA QUE TUVE 18 AÑOS, LUEGO NO ME OCUPÉ MÁS DE PENDEJADAS COMERCIALES. CONOZCO A GRANDES RASGOS LOS CONJUNTOS DE ROCK Y LOS DISCOS PERO COMO OBJETO DE ESTUDIO, NO COMO ADOLESCENTE O NO TANTO QUE LOS ESCUCHA CON FRUICIÓN.

MUY PRONTO DEJÉ DE LADO ESA VETA PUERIL EN MI Y ESCUCHÉ CADA VEZ MÁS MUSICA CLASICA Y EMPECÉ A CULTIVARME CON JAZZ Y EN MENOR MEDIDA TANGO Y FOLKLORE. ADEMÁS, AUN EN MI EPOCA, ME GUSTABA LA MUSICA DE LA GENERACION ANTERIOR A LA MIA, AUNQUE NO LA DE LOS 60, TAN CHOTA Y TAN HIPPIE, SALVO EXCEPCIONES...

MI EPOCA MUSICAL SON LOS '70: LED ZEPPELIN, DEEP PURPLE, GENESIS, YES, ETC.
El resto no vale la pena. No vale la pena analizar el discurso sanatero, por ejemplo: a diferencia de lo que pasa con la obra de arte, que enriquece, se advierte al final del esfuerzo de interpretar, que el sentido era pueril. Es como tratar de decodificar lo que pasa en la casa de "Gran Hermano".
O SEA, INTERPRETAR LA NADA BOLUDA?

NO VALE LA PENA DEDICAR LA PENA MÁS QUE A LOS GRANDES.... VEMOS QUE ESTAMOS NUEVAMENTE ANCLANDO COINCIDENCIAS. NO TE PREOCUPES, YA NOS ALEJAREMOS NUEVAMENTE, LECTOR, QUE INEVITABLEMENTE TE TENTARÁS CUANDO RECIBAS UNA FUERTE INLUENCIA DE ALGUIEN INDIGNO DE VOS.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Conversando para alterar el lenguaje

“DOGTOOTH” (Canino o Colmillos, según las traducciones)

Director: Yorgos Lanthimos
Grecia, 2009. 94 min.
Festival de Cannes y Festival de Mar del Plata



La lectura es el viaje de los que no han podido tomar el tren.
Francis de Croisset



Muchas veces escuché decir a amigos y a escritores: “En el Quijote está todo”. Y en parte es cierto. Creo en el lenguaje y en la lectura tal vez porque leí el Quijote y porque lo siento parte de mí. Es allí, en la época más germinal de la lengua española, que se encuentra esa exaltación extrema del poder de la lectura, su conexión inefable con la sociedad, su motor extravagante y su locura.


En esta reciente y extraordinaria película del director Yorgos Lanthimos, Dogtooth (“Kynodontas”) –o bien Canino o Colmillo, según sea su traducción–, aparece algo que, definitivamente, se conecta con el personaje de Cervantes a través de la problemática de la lectura como inicio de un viaje irreversible, ilimitado y supremo.


En un hipnótico recorrido quijotesco, este director griego que ha ganado el premio Una cierta mirada en la última edición del Festival de Cannes, –y no faltará justicia en ese dato ya que propone “una cierta mirada” del mundo y de los sujetos que en él habitan– plantea un intenso periplo que lo emparenta directamente con el cine europeo de autor, del estilo de Michael Haneke, Lars Von Trier, y por supuesto Ingmar Bergman.

Y he dicho que es un film extraordinario básicamente por dos razones: la primera es su contribución y su pertinencia en el dominio del espacio de las representaciones –con un guión soberbio y original-; la segunda, su acertada dirección con muy pocos recursos.

Mientras que el viaje del Quijote se producía a partir de un exceso de lecturas, y era en ese exceso que la locura sobrevenía al personaje que emprendía, de ese modo, una autotransformación, y asimismo un bautismo renovado del mundo; aquí, en Dogtooth, también hay un personaje que encarna el aprendizaje, el inicio de un viaje, y la posibilidad de refundar y rebautizar su subjetividad y su entorno.


Es agotador sostener semejante mentira...

La película comienza con este texto:

“Hoy las nuevas palabras son: mar, autopista, excursión y escopeta. ‘Mar’ es el sillón de cuero con posabrazos de madera, como el que está en la sala. Ejemplo: No te quedes de pie, siéntate en el mar para que conversemos. ‘Autopista’ es un viento muy fuerte. ‘Excursión’ es un material muy resistente con el cual se hacen pisos. Ejemplo: La araña de luces se estrelló contra el suelo pero el piso no se dañó porque está hecho 100% de excursión. ‘Escopeta’. Escopeta es un hermoso pájaro blanco."

Desde el comienzo, Lanthimos nos presenta un discurso de incesante delirio, comenzando por las grabaciones matutinas que la voz de la madre emite como parte de un adiestramiento sistemático, para los tres hijos de esta familia tan peculiar.


Ese aparente delirio inicial va galvanizando paulatinamente en una forma, una crítica, un consuelo: aquí entendemos que el lenguaje ya no sirve necesariamente como herramienta de liberación creativa, ni es útil a la hora de restañar heridas sociales, o de rehacer el espacio de las exclusiones ni favorecer el diálogo en la diferencia.

Aquí el lenguaje ha perdido su voz racional al servicio de otros presupuestos, para hacer caer aviones del cielo, aquí la sal se llamará teléfono -el teléfono estará escondido como un objeto prohibido en la pieza de los padres-, y los gatos serán concebidas como criaturas exóticas y temibles devoradoras de los hombres, motivo por el cual ha de permanecerse en vigilancia constante y guarnecidos del exterior. Este es el mecanismo del fantástico, que posibilita de un modo magistral que lo inverosímil ingrese naturalmente dentro de la vida cotidiana de esa familia.


Un verdadero banquete en la línea del absurdo, una lista genial de objetos no identificados lo dejan a uno mudo de asombro hasta que comprendemos que allí vive una familia y que hay allí también una hermosa casa, y un exterior de la casa, y personajes que habitan ese mundo de lo inexplorado y de lo desconocido, con sus propios desafíos individuales pendientes.


Efectivamente, el film retoma el relato de exorbitante aprendizaje en la lectura que hace una de las hijas, al igual que el Quijote, y también sintetiza, a su manera, la problemática de la construcción convencional del sentido.

Claramente sigamos al esforzado personaje del padre por un momento: sólo él puede aventurarse al exterior de la casa gracias a la protección del automóvil que le permite no tocar, directamente, el suelo (en realidad, va a trabajar, como cualquiera de nosotros), pero para el resto de los integrantes de esa casa –de ese mundo de representaciones trastocadas aunque no del todo invertidas– sólo existe el temor desmesurado hacia un exterior que ha sido explicado como brutal y diabólico, al otro lado del alto muro que rodea el gran jardín, y desde el cual sólo llega de vez en cuando, y con los ojos vendados, una simple, extraña e intrusa mujer llamada Cristina.

Este personaje femenino y externo a las reglas de “la casa”, que llega “ciega” en el auto del padre, es la que provocará la fisura necesaria para que, -ya no el varón sino la hermana mayor-, comprenda que los objetos y que el cuerpo que Cristina porta son dignos de ser leídos, analizados y luego aprehendidos.

De todos modos, para este padre resulta absolutamente necesario e imprescindible restringir el acceso del peligroso mundo del afuera. Algunos críticos han sugerido conexiones con el mito platónico de la Caverna. Yo prefiero degustar otros manjares menos filosóficos y más pragmáticos y estéticos.


¿POR QUÉ? y ¿PARA QUÉ? son las preguntas claves que nos asaltan al observar la extraña conducta de este hombre hasta que paulatinamente nos gana la ilusión cinematográfica y nuestra mente olvida todas las convenciones conocidas y se deja llevar por esa corriente imparablemente masculina y poderosa, en la que habitan los tres adolescentes y esa madre expectante.


El viaje de Bruce


El film parece una parábola trágica –sobre todo si nos detenemos en la hermana mayor y su periplo– pero, a continuación, ese ensueño posee la certeza (y la transmite) de que nosotros seguimos dormidos y somos los espectadores concientes de un mundo radicalmente nuevo: el de ese lenguaje, el de esa familia, el de esa hermana que ya es una mujer y lo ignora, el de todas esas convenciones, tan falsas y tan reales como cualquiera de las otras tantas incongruencias a las que nos enfrentamos a partir de los discursos cotidianos como el de la ley, la religión, la literatura, los medios masivos, o el mismísimo discurso del cine comercial norteamericano.

Luego de la fisura que instala Cristina con su mera aparición, su parsimonia y los objetos que ella porta, la hermana mayor ha iniciado con ella pequeñas transacciones (una diadema fluorescente para el pelo, unas cintas de video...) a cambio de algo que entrega y que no comprende, pero que intuye muy valioso.

Por otra parte, el padre ha comprado por esos días un perro (para amedrentar posibles presencias felinas mortales), pero no puede llevárselo todavía ya que no ha cumplido con las 6 etapas necesarias del adiestramiento en la academia, y ese aprendizaje -es aclarado explícitamente- quedará impreso como un proceso irreversible, mental y corporal, tanto en el perro pero también en los tres hijos. El animal todavía está “aprendiendo” (el entrenador le explica que “su perro es un ser dinámico al que se le da forma como a la arcilla, para volverlo un amigo, un aliado, un compañero, un obediente cuidador...etc. Lo que uno desea puede moldearse en la personalidad de un perro”). El hombre escucha satisfecho todos los pormenores, observa la jaula en la que el animal espera, y aprende también él que el encierro es una condición ineludible para todo aprendizaje efectivo, y que en definitiva todo se trata de perseverancia y esfuerzo.

La idea del adiestramiento aparece en paralelo y desde el comienzo -tanto del perro como de los hijos-, puesto que se los entrena desde el sufrimiento, el enojo, la mentira, la puesta en escena, el concepto de premio y castigo y, sobre todo, desde la estrategia de la repetición, utilizando como dijimos cintas grabadas, videos caseros, o pequeños autoadhesivos que funcionan como pequeños premios para acumular puntaje, y fomentar de ese modo la competencia entre los tres hermanos.

El padre representa claramente el motor perverso de un bautismo vil de lo real cuya principal cómplice es la madre. Y ésta, como simple réplica idiota de la voluntad masculina, administrará ese reino privado en la ausencia de ese padre y señor todopoderoso.

Es el padre quien decide respecto del lenguaje y la realidad de los tres adolescentes y no es un detalle menor aclarar que sin embargo los personajes carecen de nombre propio salvo Cristina, que viene de afuera, y el apellido Petrou que más bien señala la condición de clan, fiscalizado y administrado por el padre, y que sólo recibe ese apelativo en su lugar de trabajo.

Pero será la hermana mayor –que se hará llamar “Bruce”– la que aprenda también a bautizar el mundo y tome contacto con el cine que Cristina le ha regalado. Ella se ha puesto un nombre y juega, con su hermana menor, a responder sólo a ese apelativo. Como el Quijote, ahora es un caballero armado y poderoso capaz de enfrentar al padre con sus mismas armas: ha entendido lo que es actuar, lo que es pretender, lo que es el "como si...", y lo que es bautizar las cosas y las personas como él lo hace.

A su hermana menor le dice:

-Puedes elegir un nuevo nombre.

-Bueno, entonces quiero llamarme espalda.

-No, no puedes llamarte espalda. La espalda es la espalda.

También es ella quien afirma ante Cristina, cansada ya de las sucesivas extorsiones y las transacciones desiguales: "¿Sabes lo que mi padre puede llegar a hacerte si se entera que me has pedido que te lama el teclado?”

En ese trabajo de bautismo miserable del mundo, el padre cumple con muchas tareas diversas que, sin embargo, como todas las convenciones, un buen día van fisurándose, desmoronándose. Desopilante la escena en donde él les anuncia a sus hijos: “Vamos a escuchar al abuelo”, y comienza a sonar la clásica voz de Frank Sinatra, y es el padre el que traduce del inglés las enseñanzas que desea para esos tres jóvenes (“mi casa es bella/ amo a mi madre/ mi padre y mi madre me aman...”). Ese padre ha falsificado todo: los idiomas extranjeros, los nombres, la realidad, la cultura, los sentimientos y todo para mantener aparentemente a salvo a sus hijos. Es por ello que moldea a su medida una mentira enorme y agotadora.

Es en ese bautismo incesante donde se percibe el patriarcado llevado al extremo, motorizado por castigos físicos y burdas puestas en escena del padre, que es actor, cacique y dueño de ese teatro. El padre, además, se tiñe el pelo y las cejas (trabajo que realiza su hijo varón), y ocasionalmente se trasviste como un actor para representar diversos papeles, se pinta con sangre falsa, cuenta todo el tiempo historias que no existen y relatos supuestamente convincentes para mantener la ficción del exterior como peligro y acecho constante. Y en algún momento, coincide con la madre, en que se ha vuelto “agotador” sostener tanta mentira.

¿Los intérpretes? Sencillamente geniales, sobre todo los tres jóvenes, que protagonizan este gran film griego.

Estos adolescentes son un increíble trío compuesto por un varón y dos mujeres. También en este dato se prolonga conceptualmente el pacto patriarcal que la hermana mayor percibe primero, y descubre : ellas no son valoradas del mismo modo que el hijo varón, al cual le traen una mujer desde el exterior para satisfacerlo. La mayor será la que pugne por su liberación de un modo más contundente, aunque las dos hermanas son claramente las más curiosas, se muestran como valientes exploradoras del mundo que tienen a su alrededor, y son también las que se auto-exploran (la menor se ha vuelto experta en medicina, lee enciclopedias sobre el cuerpo humano y practica primeros auxilios con sus hermanos; la hermana mayor, más introspectiva, hace preguntas, ve los videos que logra obtener de Cristina, aprende los parlamentos de las películas norteamericanas de memoria, y aprende -por sobre todo- a utilizar a Cristina, como lo hace su hermano, pero de un modo más sofisticado y claramente más peligroso: la hermana mayor ha comprendido lo que es el deseo).


Una lengua, muchas lenguas...


La lengua, en un determinado momento se vuelve una moneda de cambio en esta película. Con ella se pagan y se exigen favores. Se trata también de una superficie húmeda y corporal, sugestiva y amplia en significaciones y connotaciones.

Se trata de un film, entre otras cosas, sobre la idea de territorio. Es una película de superficies, lugares, sitios, emplazamientos y los lenguajes funcionan como espacios en donde nos movemos, nos sentimos "como en casa" y funciona nuestra representación con los resultados que esperamos y funcionan también nuestras imágenes de las cosas. La lengua es uno de esos territorios que las hermanas empiezan a explorar gracias a Cristina, puesto que el varón se niega a esa exploración.

En esta película, así como lo hace el Quijote en sus increíbles aventuras de caballero andante, los espacios se reparan y se adaptan, y lo que se dice designa lo que no se puede formular, y que es mostrado (si es necesario con la deixis más pragmática: con el dedo). Esto es, como en el Quijote, no importa qué idioma, qué lengua hablemos, hay cuestiones que se comunican por otras vías, otros procedimientos.

Las oposiciones que estructuran el espacio fílmico son muchas y bien significativas: tierra-aire, suelo-cielo, dentro del agua-fuera de ella, dentro de la casa-fuera de ella, lo mojado-lo seco, varón-mujer, dentro de la habitación de los padres-fuera de ella, interés-no interés, acceso al teléfono-no acceso...etc.

El auto aparece también como un espacio dotado de fortísima expresividad, con movilidad e inmovilidad propias, un no-sitio en parte de escapatoria y también de conexión con el exterior, pero al servicio del encierro y con un gran potencial narrativo (con el auto se van y llegan los personajes, cruzan el umbral del portón de la casa, etc.). También el auto es un lugar, entre el exterior y el interior de la casa, es un interior-exterior, y el baúl es un interior aún mayor, dentro del auto. Una estructura de cajas chinas de la cual parece no haber escapatoria. Recordemos que quien conduce es el padre y "conducir" también significa "educar".

Lo exterior está interiorizado (el parque es un interior-exterior), y el exterior es una incógnita (que va a implicar el mundo del trabajo en la fábrica, por cierto completamente opuesto a la vida veraniega, soleada y verde del parque y la piscina de la enorme casa).

El hijo varón no hace ni se hace preguntas casi nunca. Se satisface rápidamente con el pensamiento territorial, de superficie, que implica esa gran casa: "Mamá, ¿qué es un zombi?", "Una pequeña flor amarilla, hijo"... Efectivamente, aparecen dos zombis mientras corta el pasto y avisa rápidamente a su madre. No ha dejado de ser un niño confundido y absorto.


Hallazgos cervantinos

¿Es un film que se pregunta directamente sobre la naturaleza humana? ¿Por qué nos comunicamos de este modo todos los sujetos? ¿De dónde han salido tantas convenciones? ¿Cómo nos han educado?

La hermana mayor discute, es la que lleva adelante la batalla contra el padre, una batalla que es por el sentido y que finalmente resulta una poderosa metáfora pero enriquecida en la imposibilidad de una selva de lecturas, de desórdenes, una batalla tal vez perdida desde antes de ser concebida.

Bruce fracasa en su viaje, como el Quijote, por no poder contrastar la realidad en la que se ha criado y por seguir manteniéndose en el dominio (territorio) del padre. Ha tenido oportunidades de conocer más o de escapar o siguiera de pedir ayuda : cuando estuvo frente al teléfono, que no supo usar, pero que logró encontrar; habría podido huir del portón que separa la casa del exterior, pero no se anima.

Recordemos que es ella la que afirma por vez primera "No te creo" ante el oportunismo evidente de Cristina, y al rebelarse, esto implica rebelarse también ante el padre, recibiendo desde luego los castigos pertinentes (golpes con los mismos videos que ha estado mirando) y que soporta con estoicismo. También es ella entregada para el sacrificio mayor del incesto, y es la que protagoniza el desenlace del film.

Recordemos la escena de festejo del aniversario de los padres, en donde las dos hermanas deben realizar un baile en su honor mientras el muchacho toca la guitarra. La hermana mayor, que ya ha sufrido los ultrajes más profundos, baila espasmódicamente recordando las películas que ha visto (Rocky, Flashdance, Tiburón...etc.) y luego del baile incomprensible y espástico devora, como un perro, su ración de torta despreciando claramente la celebración paterna. Será ella la que lo desafíe hasta el final y se anime a escapar... Ahora bien: ¿salir adónde? ¿hacia dónde?

El Quijote, ese hidalgo venido a menos llamado don Alonso Quijano, tuvo oportunidad de comparar todo lo leído en las novelas de caballería y finalmente morir cuerdo con la certeza de no ser quien creyó ser por años. Bruce, en cambio, no tendrá esa posibilidad, no podrá pararse en una realidad-otra. No conoce nada más que eso. Y elige, para colmo de males, escapar en el auto del padre, prolongando la territorialidad paterna en todo sentido (el auto como un dominio claramente paterno y masculino y que conduce a la fábrica, otro territorio paterno, otro dominio en el cual no tiene nada que hacer y del cual nada conoce).

Dogtooth es, por si no ha quedado claro hasta ahora, una película sobre el mundo femenino frente al masculino, un mundo de faldas -rojas y negras-, túnicas y telas que cubren los cuerpos que deben ser cubiertos / protegidos socialmente (Cristina será la única mujer –obviamente del exterior– que llegará a esa casa y usando pantalones, de hecho con el uniforme de trabajo, porque es parte de la sección de seguridad de la fábrica donde el padre es un ejecutivo).

Las dos hermanas en cambio viven en malla, short y remeras de colores claros, siempre en la pileta y sólo se arreglan para la cena. La madre, pétreo personaje quasi demoníaco, siempre aparece con túnicas bordadas de enormes flores que acentúan más aún su lugar inestable, su no lugar desequilibrado, más cercana al padre que a sus propios hijos, más adicta a la locura que al diálogo franco y honesto.

Es una película que presenta un tour semiótico del fracaso; un asombroso film con un sentido del humor ácido pocas veces practicado tan espontáneamente, que no interrumpe el ritmo ficcional e intensifica esa deliciosa emoción fronteriza en la que conviven la realidad y el miedo a lo desconocido.

Abro ahora el libro Los fundamentos de la Retórica de Antonio López:

“La Retórica, la buena Retórica, es consustancial con la democracia y el estado de derecho, pues sólo en esas condiciones políticas el orador no está solo, sino que cuenta con oponentes y es siempre un tercero quien decide entre su opción y las de los demás”.

Lo que sugiere López es que el buen uso del lenguaje debería ser consustancial con la forma de gobierno y de vida denominada democracia, palabra de origen griego si las hay, pero la realidad nos indica que en la inmensa mayoría de los casos no es la buena sino la mala retórica la que dirige el discurso de los que gobiernan y, en menor grado, de los que rigen nuestros destinos cotidianos.

En este sentido, ¿por qué sucede que la democracia, cuando está enmarcada en un sistema económico capitalista, no puede valerse de la buena retórica para medrar y auxiliar al sujeto de un modo cabal en la consecución de sus necesidades materiales? Porque la buena retórica es aquella que prioriza la lógica como centro de su estructura, aquella que busca, como dice López, “convertir en persuasivo todo discurso que nosotros tengamos por verdadero”. Este no es un film de la buena retórica, sino que se trata de poner en evidencia el falseo, la traducción conveniente, el adiestramiento a cualquier precio, y en definitiva, la mentira.

¿Qué significa tanta abstracción en un film? La firme voluntad de mostrarnos el adiestramiento reiterado de los sujetos en la sociedad, cómo se rectifican conductas que no encajan precisas en los moldes de la vida social patriarcal prevista, un film sobre la política trágica, dilemática, que hay en todo proceso de enseñanza-aprendizaje, sobre los límites antropológicos del poder entre padres e hijos, sobre los excesos de la interpretación, y sobre las operaciones del miedo.

Estamos también ante un film político y –a 400 años de la gran novela moderna, puesto que en 1605 se publicó la primera parte de esa aventura alocada y típica del ocaso de las novelas de caballería– ese libro sigue resonando entre nosotros (y este film puede verse como una muestra de ello). En la cultura occidental, la historia del Quijote y su tour semiótico de descubrimiento y también de fracaso, se ha mantenido intacto, como la denuncia y a la vez la advertencia sobre los recursos de la astucia literaria, como una obra maestra inquietante, de incesante visita y de imperioso conocimiento para comprender mejor la estructura de la vida social y la conducta de los sujetos contemporáneos que somos y que ayudamos a conformar día tras día cuando educamos a nuestros hijos.

De hecho, como la hermana mayor, cuando Cervantes narra la muerte de su ya cansado héroe Alonso Quijano, que ha vivido loco y ahora fallece cuerdo, enuncia simplemente: "dio el espíritu, quiero decir que se murió".

Esta película, a partir de una violencia inédita en su viaje sangriento, tiene la inexplicable gracia creativa de concentrar en un lugar y cristalizar en una sola estrategia toda una visión del mundo. Desde mi punto de vista, su brillo es imperfectible, ese brillo del diamante que en vano se querría tratar de superar. Por cierto, una obra maestra que es, asimismo, una exaltación de la lectura y de los signos como medio de generación, adiestramiento, aprendizaje, comunicación y voluntad de transformación del mundo y de los sujetos.

lunes, 23 de agosto de 2010

También...

una planta de lavanda y otra de ruda macho

jueves, 19 de agosto de 2010

Diosaa

"Yo le tengo miedo a cualquier cosa que pueda matarme, ladrones, tiburones blancos, leones ambrientos, presipisios, el barco del shoppin abasto y la montaña rusa, asesinos, chocar en un auto y muchas cosas más."
Lo escribió de este modo mi hija Violeta (de 8 años)

viernes, 13 de agosto de 2010

Recomendación

A mirar lo antes posible una película griega, llamada "Colmillos" o "Canino", dependerá de la traducción eventual, que resulta todo un tratado de semiótica.

Una familia muy peculiar decide criar a sus tres hijos aislados completamente del mundo exterior y cambiar el nombre de los objetos del mundo a gusto y semejanza de sus mentes perversas y totalmente enfermas. El resultado: un film extraordinario, fuerte, revolucionario en muchos aspectos, que pone en práctica, de un modo extremo, la importancia del lenguaje, de las consecuencias de éste en la vida cotidiana, y en la configuración de nuestro mundo interior, nuestra sexualidad, nuestras experiencias, nuestras enteras subjetividades.

EXTRAORDINARIA!!!!!!!!!

Waiting for comentarios de toda índole.

lunes, 9 de agosto de 2010

El poeta y el género del ensayo

El ensayo, como lo sugería o lo reclamaba Eliot, el ensayo es un género del que tiene que participar el poeta. Por eso hacer una tesis es importante.
El poeta tiene que ser un ensayista también, es decir que tiene que ser un hombre crítico, a eso me refiero, y creo que tiene que ejercer la crítica hacia todo, la crítica en todo lo que tenga que ver fundamentalmentecon lo estético, y acá sin embargo aparecen cosas que nos preocupan oh casualidad a todos: la idea de la justicia.
¿Cómo administrar justicia? Recordemos las diatribas de Pound contra la usura. Y fijémonos todo lo que tendríamos para decir los poetas argentinos contra la usura... Cuando hablo de justicia pienso inmediatamente en que el poeta lamentablemente es un postergado por la historia, y puede ejercer la idea dela justicia en lo que se refiere a la esfera de lo personal. El poeta está eximido de otras formas de ejercicio de la justicia.
Entonces, en ese sentido, yo puedo ejercer la justicia en el tratamiento o en el juzgamientode los deberes estéticos o poéticos, como se prefiera, que yo por ejemplo registro o como mensaje que mando desde mis poemas. Pero con respecto a la situación política general del país, debo decir, aunque quizás sea innecesario, que el poeta es una persona que está con toda su carnadura, con toda su vibración corporal, de tejido, de musculatura y de espíiritu sufriendo el momento en que vivimos.
Igual que cualquier otro, tanto como los otros, o a veces más.... Estoy sufriendo esto. Yo quiero creer que este sufrimiento va a terminar, que tiene que terminar, lo quiero porque además deseo para mi pueblo las esferas de la mayor divinidad posible. Me espanta la idea de un pueblo argentino sucesivamente humillado, pero no me espanta la idea del pueblo argentino como parece ya espantarlos a ustedes, lectores...
Creo que la faceta del poeta cívico es muy importante y trato detestificarla no sólo en mis escritos sino también con mi cuerpo, con mi presencia ruidosa como a veces me dicen, pero presencia al fin. Me alegra que ejerzas tu condicion de "poeta civico" con no se si decir bastante "violencia", pero felicitaciones.! Me gustaria escucharte comooperador político que sos, o que me contas que sos, y que haces politicasistematicamente, me gustaria escuchar qué decis, o que no decis.
A ver si podemos hablar de todo lo horrible que está sucediendo en la Argentina... cosas horribles que no deben ser jamás olvidadas por otra parte.
Entiendo que el poeta en algún momento, en algún momento, tiene que justificar ciertas cosas, no tiene que estar unicamente en el puro gobiernode lo estetico porque esa es una de las tantas cosas que determina que se produzca ese terrible y cruel alejamiento del poeta con el pueblo, con sugente, alejamiento terrible y espantoso que trataba de ilustrarte con esa semblanza algo infantil pero provocatoria (como te gusta decir a vos y noprovocativa) de la cancha y el poeta en el medio de un Boca-River... Alejamiento ademas con su pueblo que no sufrian por ejemplo Victor Hugo o A.de Vigny, que eran poetas absolutamente refinados pero también muyconsustanciados con los problemas de su epoca. O Maiacovsky, que es uncantor que aparece en un momento excepcional de la Historia.Este es un tema que especialmente ahora deberia convocarnos.

Valeria Aspaviento
(que lindo suena como seudónimo literario, creo que lo adoptaré de aquí en más)

jueves, 5 de agosto de 2010

A María Valeria T.

Con la callada tristeza, como altiva
va la lluvia recorriendo su tierra.

Húmedo es su cabello, ceniciento el abrigo,
y alza su mano a veces
y golpea con miedo sus cristales.

Sus cortinas susurran en secreto
viejas canciones de muchacha
¡ justamente hoy que el deseo de vivir la invade!

El viento atrapa entonces
el pelo y también sus lágrimas indómitas.
Atrevida, deja ella que sus faldas se agiten
y fantasmal como bruja
baila.

La cigarra

Cada tarde ella espera en la sombría soledad
Ay, anida en sus ojos la tristeza
porque él nunca vuelve.

Una noche
el viento opaca su piel en farol.
Los que bajo su brillo son dichosos
quedamente murmuran "te quiero".

Versos dedicados

En mis rodillas siento el roce de las tuyas,
y tu nariz fruncida
debe llorar en cierto lugar de mi cabello.

Eres como un jarrón azul
y florecen tus manos igual que margaritas,
temblorosas al darse.

Ambos sonreímos
sin hablar
al pie de la tormenta
de amor, de dolor, de vicio.

A ROSENDO NO LE IMPORTA

a T.

Capítulo I


Fuera de su patria, alejado de sus lugares nativos y de aquellas innumerables cosas, pequeñas cosas conocidas, vistas millones de veces y amadas inconscientemente porque impresas en la memoria, indelebles y sensibles, esas cosas, decimos, revuelven su exilio en el estómago.
Y de nuevo, camina Medellín con su azul nocturno sombrío y de día con su verde humedad. La noche, hermana de poetas y borrachos, lo acoge a través de calles nebulosas y silentes.

Mientras tanto se tambalea en la rutina diaria. Pero a Rosendo no le importa. Se creía poeta en su época, creía a las bellas muchachas benditas por él, y por unas pocas horas... pero enseguida reparaba en que lucían, a su lado, pecadoras, frías. Y las ahuyentaba pronto.

Rosendo es un desesperado y un afligido. Pero no le importa. Murmura siempre su monólogo de dilatado poeta con seno piadoso y con humildad sosegada. Pero no es cierto.




PUEDEN CONTINUAR UDS., LECTORES QUERIDOS, YO TODAVIA LA ESTOY MASTICANDO... COMO TOTI PASMAN!!!!

miércoles, 4 de agosto de 2010

Menoscabo de la mosca

Casi siempre me acerco a una mesa y la veo, minúscula mancha negra que se confunde con los colores del mantel o del diario... Siempre es tarde cuando la he visto, porque no puedo dejar de pensar ya en su inútil e insoportable existencia. Por lo dicho queda claro que no me apena su suerte. Y casi preferiría incluso que su desaparición quedara certificada por la mera extinción inmediata de los billones de orgullosos individuos que todavía defienden sus territorios.

Porque lo que entendemos por naturaleza no es ya otra cosa que una especie de jardín inglés en el que hemos dejado sueltos, como adornos móviles, unos cuantos pavos reales y un puñado de ardillas amables. Tenemos además la pretensión de que ninguna de esas cuidadas escenografías no acoja la presencia sinuosa y triste de la mosca.

Precisa, calma, jamás nacida y sin final.

lunes, 2 de agosto de 2010

“HOMO NARRANS”

REFLEXION

El acto de escribir es una prolongación del acto de leer, no su reverso. Ni siquiera es una prolongación intelectual. Es la prolongación algo perversa de la vida. Sin más.

Escribir es siempre materializar una lectura, una vivencia, una persona, no sólo con palabras en los libros, sino también con otros signos, con intuiciones, con fenómenos azarosos. Creo que a mí me hizo escritora de ficciones, más allá de los viajes secretos y de las aventuras interiores que los libros ajenos me han deparado, el propósito de plasmar esas experiencias más complejas y confusas, donde se conjugan la realidad imaginaria y la realidad vivida.

Además, unos cuantos años de práctica me han llevado a considerar la invención de ficciones como algo propio de la naturaleza misma del ser humano. Voy a intentar explicarme. Desde que Carl Linneo clasificó a la especie humana han pasado dos siglos y pico, y en la actualidad sabemos bastante más de lo que se sabía en aquel tiempo acerca del lenguaje y de la invención de espacios imaginarios. A estas alturas parece obvio decir que todas las especies vivas poseen un lenguaje de comunicación: el tiempo primaveral nos permite contemplar a los pájaros que se reclaman entre las arboledas, los gatos y los perros nos saludan con sus zalamerías, las abejas saben señalar a los suyos el camino de la colmena, los delfines y los antílopes se avisan del peligro.

Hasta los seres más simples de la escala zoológica tienen recursos para hacerse entender, de manera que no es el lenguaje lo que distingue a nuestra especie en el conjunto de los seres vivos, sino el haberlo empezado a utilizar para contar cuentos, para narrar historias.

La peculiaridad humana cuaja sin duda cuando nuestros correspondientes antepasados, o antecesores, dan sentido y orden, por medio de ficciones, al caos incomprensible y hostil de la realidad que les rodea: por qué el sol sale cada día, por qué las estaciones se suceden, de dónde proceden los seres vivos, qué es la muerte.

La narración de ficciones ha sido el instrumento natural del ser humano para explicar el mundo a su medida desde que tuvo consciencia de existir en él. Nuestro conocimiento de la realidad comienza con los cuentos. Somos el homo sapiens porque somos el homo narrans. Nuestra naturaleza es la narración.

Las narraciones, llámense cosmologías, mitos, leyendas, fábulas, nos han permitido leer la realidad externa e interior para poder asumirla. También la poesía nace de este modo, como una lectura de la realidad que aprovecha el lenguaje no para describir sino para interpretar, para esclarecer, de manera específica, diferente a cualquier otra, lo que hay detrás de la forma de las cosas.

Las narraciones nos ayudan a descifrar el fluir tumultuoso y desordenado de los hechos, o al menos a comprenderlo mejor, y con ello a comprendernos y descifrarnos más certeramente a nosotros mismos. Hemos conseguido que la realidad haga fructificar ficciones, y con esa cosecha hacemos acopio de elementos para hacerla más asequible, menos hermética, y acaso para redimirla. Por medio de las ficciones que inventamos a partir de ella, rescatamos a la realidad de su feroz y ciega y aparente falta de sentido.

Por otra parte, la literatura tiene la gran virtud de poder infiltrarse con naturalidad en todas las zonas oscuras e invisibles que rodean las apariencias más serenas de lo cotidiano, y utilizar los sueños como material creativo de la misma solidez y dignidad que los elementos más razonables de la vigilia.

Pienso que debe de haber sido la intuición de todo eso lo que estimula, a quienes lo hacen, desde muy pequeños a comenzar su actividad en la escritura.

Lo que dijo mi hija de 6 años

"¡No es de noche, mamá! ¡ Sólo es la siesta de la tarde!"

jueves, 29 de julio de 2010

La renuncia

Maradona echó un vistazo al patio de su casa. Maradona no pudo contener su palabra y se puso a decidir sobre las palabras. No encontró más que mentira y traición. Apuesta fuerte y polémica como siempre.

Subido a la medianera de su discurso, puestos a ser equilibristas de su tempo oral, entendemos por qué siempre le pasa lo mismo. Vemos cómo se marchita a estas alturas su consecuencia, su concisión.

¿Qué estaba haciendo, Diego?, pregunta una allegada.
Arreglando las plantas.

miércoles, 28 de julio de 2010

El destino de un tigre

Del celebrado millar de ejemplares que se suponía que quedaban de gatos salvajes en América, ahora resulta que leo que quedan doscientos o trescientos, y que están desperdigados y tan amenazados por diversos peligros como nunca...
Parece que la especie podría darse ya por perdida, a menos que ocurra un milagro, o, lo que es todavía más difícil, una confluencia de milagros: que se recupere la población de conejos, único alimento de este felino de paladar exigente; que no se contruya cierto embalse que amenaza uno de los santuarios de la especie; que se consiga, a modo de salvaguarda genética, su reproducción y cría en cautiverio...

Hasta ahora, miraba uno al lince con cierto rechazo. No terminaba de gustarme su condición de animal-estrella y me parecía injusto por completo que hasta en el reino animal determinadas especies recibieran un trato de privilegio sólo por su estampa fotogénica. En el mundo bobo de los buenos sentimientos hacia la Naturaleza (muchas veces una bobera irresponsable y destructiva) la idea de contar con un pequeño tigre autóctono resultaba muy atractiva. Se habla del lince, pienso, como los responsables de cualquier zoológico hablan de sus tigres albinos o de cualquier otro animal predilecto para el público. Y ahora que la realidad cruda devuelve al lince su verdadera condición de animal acosado y amenazado, piensa uno que tampoco él tenía la culpa de ser, en medio de la pajarería diversa y elusiva que puebla la marismas de este continente, el único perfil tangible de depredador capaz de proporcionar un espejismo de selva a quienes piensan que la naturaleza es, antes que nada, un hermoso espectáculo.

martes, 27 de julio de 2010

Metro cuadrado

Te digo adiós porque ya no volveré a verte. Ni azar ni determinismo. No puedo, just like that !

Tenés que comprender: soy un maniático del repliegue sobre uno mismo. Tengo mis metros cuadrados muy limitados, abismos infinitos, sin embargo, que nunca agoto. ¿Afuera? está el peligro. No necesito, por otra parte, nada más. ¿Qué me importan a mí las escenografías desconocidas? Todo está aquí dentro. Todo está en mi casa. Me gustan estas costumbres, estas rigideces, como lo denominarías en tu estrecha comprensión del mundo...
No puedo permitirme además la frivolidad, la poesía. No puedo porque amo lo que tengo, amo lo que quiero más que a nada en el mundo. Por supuesto, entiendo, y me lo han dicho varias veces, o al menos lo han dado a entender, que es una ilusión, que todo esto, el mundo, yo, vos, todos, somos una ilusión de alguien que nos sueña más allá. Pero a Borges no lo leo seguido, y comprenderás que no soy tan devoto de él como vos.

Racionalmente, además, SE TRATA DE una ilusión, porque nada de todo esto lo elegí: estrictamente hablando... Sin embargo esta prisión me libera, me ata y me libera, y volvería a elegirla en cualquier momento. De esto mismo, y no de otra cosa, se trata el amor verdadero, ¿no?

Comprenderás entonces que necesito sol, necesito luces crudas, reales, presencias, calores, contacto, hogar, sobre todo calor y calores. Después, muy de vez en cuando, necesito la ciudad, y tal vez creo que la necesito y es que en realidad cada vez menos. Los ruidos, los movimientos enloquecidos, lo ficticio no me son necesarios.

También es cierto, que, por otra parte, el descanso me fatiga. Que estoy un poco fatigado. Bastante en verdad. También tengo derecho a un pequeño trozo de la belleza universal. Pero los precios son muy altos, y prefiero no ponerme en gastos que después quién sabe cómo sube la alícuota. Por ejemplo, el mar, las bahías ahí nomás, abiertas, un objeto abrupto, el cielo plomizo de una tarde cualquiera, porque viste que la bruma del atardecer en la ciudad se arrastra un poco por todas partes, hasta por los corazones.

A mí me gusta mi terreno, el lecho de mi río, aunque otros digan que se trata de un delgado hilo de agua sin brillo. Aunque otros crean que mi terreno está un poco resquebrajado y desierto, un suelo endurecido donde el pasto crece mal. Me gusta mirar mis lagartos y mis salamandras.

Entre las doce y las dos flota una especie de fatiga mortal. Te conté que sigo sin dormir, y por ende muy fatigado. Una fatiga blanda, de una blandura implacable (era más blanda que el agua, que el agua blanda... de esas metáforas oscuras está hecha mi vida y me encanta).

Los ruidos llegan de todos modos, de dos en dos, los ruidos de motos y golpeteos de barras y de hierros. Todo está como estupefacto. En las paredes falta todavía hacer unas cuantas cosas, hay extraño color ocre, hay tierra, que me gusta, ojo! cómo me gusta!

Hacia las seis de la tarde, o seis treinta, cuando el sol ha caído un poco, todo alrededor de mí también cae y yo mismo, me regocijo del cansancio bienhabido, del trabajo que me ha cansado. Pero no: regocijo es una palabra como bizca. En realidad, no estoy cansado, estoy fatigado. No es lo mismo.

Por eso me gusta mi paisaje. Nunca cambia. Es mi tierra, mi ciudad, aunque lejana, sucia, irrespetuosa y ruidosa, la bruma, el calor. Es todo tan extraordinariamente eterno, desnudo, equilibrado, pobre, humilde. Me tranquilizo, y fatigado y todo, le pertenezco totalmente. El fondo del horizonte, que desde aquí vislumbro, pesa sobre mí un poco. Es la fatiga con su tonelada de certeza recalentada. El cielo entra en mí por mis pulmones y mis ojos, disuelvo rápido los vapores de otros olores, y me concentro en mi sudor humano. Bebo el agua de mi territorio, como las frutas en el centro de mi mesa cubiertas de mi polvo, de mis paredes. Los rayos de sol blanco entran en mi piel y me modifican sensiblemente. Echo raíces aquí. Envejezco. Mi pensamiento ahora está hecho de esta tierra y de este aire, y mis palabras siempre terminan describiendo el mismo recoveco.

Soy cada cuadrado de este espacio, de mi cuarto, de mi cama... alvéolo minúsculo, microscópico elemento encastrado en este ámbito familiar que es donde nací y donde moriré, donde me abrigo, me abrigo todo el tiempo. No hay extranjeros. No hay mundo. No hay patria. No hay hormigas. No hay avivados ni corruptos. No entran en este país, el único país que conozco. Quisiera poder hacer como el roble, y vivir durante siglos aferrado a este mismo bloque de tierra, sin moverme, absolutamente quieto, por siglos, milenios, eras estelares.

Yo, Poncio Pilato. El Complot de la Traición.

de Armando Alonso Piñeiro. Buenos Aires, Editorial Dunken, 2006.


La Editorial Dunken emprende en esta oportunidad la difusión de un excelente trabajo, producto de la labor de más de 40 años de investigación de este renombrado historiador argentino, Armando Alonso Piñeiro, con una extensa bibliografía en su haber, galardonado con 140 distinciones de los cuatro continentes, en sus 80 viajes se ha interiorizado en los archivos históricos de Washington, Nueva York, Londres, Bonn, Estocolmo, Madrid, Sevilla, Cartagena de Indias, el Vaticano, entre otros sitios.

Evidentemente en la literatura histórica y religiosa nunca se ha publicado un libro semejante, que presenta una visión totalmente diferente a la conocida durante dos mil años sobre Poncio Pilato. Además aporta al lector una visión de la historia del cristianismo que redescubre, de manera novedosa, al gobernador de Judea y representante del César.

El autor hace ya más de medio siglo comenzó la publicación de libros donde la idea de Dios y la personalidad de Jesús fueron parte de sus primordiales inquietudes intelectuales. Además de Jesucristo, el personaje que siempre despertó su peculiar curiosidad fue Poncio Pilato, cuya presunta culpabilidad en la muerte de Jesús queda como incomprensible ante el hecho de que haya sido canonizado por dos iglesias cristianas : la ortodoxa y la etíope.

Para la realización de esta producción el autor se ha mantenido rigurosamente fiel a la documentación histórica así como también a las fuentes canónicas y los llamados evangelios apócrifos. Su profesión de fe católica no resulta irreconciliable con el razonamiento del historiador, y tal vez esta es la idea más atractiva del libro, que mantiene al lector atento y activo hasta el final de su lectura.

Durante el desarrollo, Armando Alonso Piñeiro trata de adentrarse en la psicología de este personaje histórico controvertido, despliega una descripción muy diferente del malvado al que estamos acostumbrados en la emblemática cinematográfica estadounidense (siempre vemos como el bueno es valiente, y el malvado es cobarde), y aporta la visión del cono de sombra: un hombre débil, deseoso –en algún sentido– de hacer el bien, accesible a las ideas de justicia, pero extremadamente temeroso con la posibilidad de una denuncia ante las autoridades Romanas.

Quedan expuestas las cualidades del lado del bien: hacer el bien implica, casi siempre, mucho más esfuerzo que hacer el mal, y de esto mismo resulta ser un ejemplo clarísimo este personaje histórico.

Las confusiones, tribulación, remordimiento, estremecimiento y posterior comprensión de los hechos son expresadas en sus memorias, expone los sentimientos y pensamientos trasluciendo la verdadera dimensión de su tragedia personal y acentuando su falta de responsabilidad en la crucifixión de Cristo, aduciendo las presiones de muchos sectores. El autor nos recuerda que los hebreos no tenían la facultad de ordenar ejecuciones, y que la tarea recaía totalmente sobre su persona y -a pesar de sus reiteradas solicitudes de piedad al pueblo-, éste mismo pidió insistentemente la pena de muerte. Una copia textual de la sentencia dada por Poncio Pilato es presentada por el autor, y nos muestra la desesperada autodefensa confesada sobre lo sucedido y los verdaderos sentimientos de este hombre al fin y al cabo débil y atribulado.

El autor elige acertadamente la narración en primera persona con el extremo cuidado en la utilización de las fuentes y la autenticidad del trasfondo histórico de ese momento. Acorde a su rigurosidad científica, presenta también un prolijo recuento documental y una clara explicación del plano geográfico y político de la época. Aparecen las cartas al Emperador Tiberio descubiertas siglos después, así como también el autor se sirve de fuentes evangélicas y documentos imperiales.

Los capítulos de este apasionante libro nos muestran a Poncio Pilato (nacido Pontius Pilatos) desde su infancia, sus encuentros con Jesús, con Juan el Bautista, y también recoge anécdotas, costumbres y episodios de la infancia y vida cotidiana del propio Jesús. Sus constantes referencias a Jesús, la descripción de su personalidad, su predicación y su obra hacen que el lector redefina aún más su adoración y amor hacia el hijo de Dios en la Tierra, incluso desde sus actitudes más humanas:“La luz que rodeaba a Jesús parecía redoblar el furor de sus ciegos enemigos.”

La última parte de este volumen es el resultado de más de cuarenta años de estudio del autor sobre investigaciones científicas realizadas en el descubrimiento del misterioso sudario que envolvió a Jesús al ser bajado de la Cruz, pudiendo reunir una selección considerable de antecedentes históricos, científicos y religiosos sobre la preciosa reliquia. Asimismo, se explican los resultados de los análisis científicos desde 1898, cuando fue fotografiada por vez primera, que acuerdan con precisiones médicas, químicas, biológicas, y anatómicas lo cual representa un apasionante desafío para la crítica historiográfica y científica.

Multitudes de pruebas que intentan revelar la naturaleza de la figura tridimensional grabada en el tejido que fue impresa por “un estallido de milisegundos de energía radiante emanada del cuerpo que se produjo en el preciso momento de la resurrección” explicación que invita a comprender la capacidad de derribar la enorme y pesada piedra que cerraba el sepulcro. Estas como tantas de las fascinantes teorías siempre convergen en el examen especializado de la Santa Síndole (Es un término que se utiliza para referirse a la Santa Sábana que cubrió a Cristo después de su muerte y donde curiosamente queda plasmada la imagen de él hasta la actualidad.)

El autor también se ocupa de cada uno de los detalles del drama cristiano, más precisamente en la figura de José, uno de los personajes para él más interesantes. Este hombre culto, rico perteneciente al tribunal de Sanedrín (el Sanedrín es el consejo general judío que finalmente condenó a Jesús) se presentó ante Pilato pidiéndole el cuerpo de Jesús para bajarlo a cuestas, envolverlo en la sábana y colocarlo en el sepulcro, confesando en sus actos el heroísmo de ser partidario del crucificado mientras los apóstoles y amigos del Señor se encontraban desalentados y fugitivos.
Aparecen también lo aportes científicos y médicos de las verdaderas causas físicas de la muerte y del sudor de sangre de Jesús en el monte Getsemaní, demostrando la pasión de este historiador por el conocimiento de la verdad y la realidad científica de los hechos.
En estos momentos de tribulaciones, desaliento, confusiones, incertidumbres en la humanidad, esta obra nos permite revivir los momentos cruciales que nos introdujeron en la gran comunidad cristiana, confirmar nuestra fe incluso invitando a emprender este gran desafío a aquellos que necesitan ver para creer.

Breve Historia de la Mentira. De Ulises a Pinocho.

de María Bettetini. Cátedra, Colección Teorema, Madrid, 2002.


Las principales virtudes de este inquietante libro de Maria Bettetini –doctorada en Filosofía en la Universidad de Oxford y en la de Mónaco, profesora e investigadora de la universidad Ca´Foscari de Venecia– son su brevedad y la falta de rigidez en su enfoque, además de ofrecer una amplia variedad de argumentos para definir la mentira e invitarnos a reflexionar sobre la temática de la verdad –quién no ha dicho ni ha recibido una mentira o no ha leído una, queda claro–.

Bettetini posee la lucidez de no partir de la óptica tradicional gnoseológica, sino de cierta puesta en conciencia de la vida real, alejándonos de las densas abstracciones de la lógica.

Ya en el Prefacio nos dice que la mentira "es una figura que acompaña todos los aspectos de la vida social (ya que para mentir hay que ser por lo menos dos)". Para aproximarse a una clasificación, Bettetini se asentará en la provincia de la ética, al establecer que "la mentira aparece como un acto de la voluntad de un sujeto libre". De ahí en más, tomará en consideración los escritos de distintos filósofos, historiadores, "los comediógrafos, los poetas, los psicólogos y los mentirosos de toda laya", para dejar constancia de su recorrido y abundar en los contextos que posibilitan la existencia de la simulación, el perjurio, las mentiras piadosas de médicos y abogados, los embustes de la prensa y de la ciencia -dada su relación con el poder- y, yendo más allá, la mentira subyacente a todo uso del lenguaje que, en sí mismo, es una representación.

Los ejemplos son claros y sintéticos -el libro apenas sobrepasa el centenar de páginas-, lo mismo que el desmenuzamiento del contexto en que se originan. Como muestra valga lo referente a Ulises en el capítulo "Elogio de la mentira", en el que, tras ofrecer diversos documentos que mencionan al griego como un pueblo donde predomina la mentira, la autora nos dice que "si Homero critica teóricamente la mentira en la Ilíada, presenta en la Odisea a un héroe embustero, alabado a causa de su habilidad en el mentir por la propia Atenea", lo que se fundaría en el uso meramente lúdico de las palabras por parte de una civilización a la que le importaban los signos.

Por eso, "Ulises será reconocido por una cicatriz, un arco, un lecho esculpido en el olivo alrededor del cual había construido su casa, nunca por sus palabras, casi siempre mentirosas, a veces exageradamente."

Tras revisar la concepción del hombre y del lenguaje que sostiene Nietzsche, Bettetini dice que el hombre recupera la vituperada centralidad del universo cuando acepta dejarse engañar pero elige el engaño justo; no esos residuos de metáfora que llaman "verdad", sino los sueños, el mito, el arte, que saben engañar y al mismo tiempo, en palabras del filósofo, "regalar una iluminación, una serenidad y una rendición que fluyen sin cesar". En este contexto, Ulises fue astuto cuando logró engañar incluso a los dioses, pero más lo fueron los que creyeron en los relatos de Homero, en las peripecias del hijo de Laertes y en la existencia de dioses que, como se dijo que afirmaba Tales, el primer filósofo conocido, "están en todas partes."

En el capítulo que alude a La mentira prohibida -"aquella que no debe ser dicha"-, la autora se ocupa -entre otros personajes- de Pinocho, la creación de Collodi, un muñeco que no quería obedecer, no quería crecer y que tenía una nariz que crecía con cada mentira. Tras analizar la índole de sus mentiras y considerar que Pinocho no es un "mentiroso redomado", sino un niño que hace todas las trastadas previsibles, entre ellas decir alguna mentira, Bettetini considera como más grave "la culpa del muñeco cuando traiciona la confianza de Gepetto, al dejarlo recorrer el mundo en su búsqueda hasta el azaroso encuentro en el vientre de una bíblica ballena.

Pero no es eso lo que espanta a los padres y a las madres, propensos a recomendar: «No digas mentiras, que si no te crecerá la nariz como a Pinocho.»

Como puede apreciarse, el lenguaje utilizado por la autora es llano y didáctico, sin resultar por ello de ningún modo esquemático, lo que constituye otro mérito de este libro iluminador y profundamente entretenido.

Qué hay de nuevo, viejo!

TERRY EAGLETON
LAS ILUSIONES DEL POSMODERNISMO

Buenos Aires, Paidós, Espacios del Saber, 2004.


Terry Eagleton es uno de los más distinguidos críticos literarios y filósofos nacido en Inglaterra, en 1943. A los 21 años obtuvo su grado doctoral en el Trinity College, de Cambridge. Actualmente es profesor de Teoría Cultural en la Universidad de Oxford, tras haber pasado varios años enseñando e investigando para la Universidad de Manchester.

Eagleton tuvo como mentor al célebre crítico literario Raymond Williams, autor de Marxismo y Literatura, texto que todos recordaremos y que ha sido fundacional en muchos aspectos. Eagleton comenzó su carrera estudiando la literatura de los siglos XIX y XX en la línea de Williams, es decir, a través del tamiz de la teoría literaria marxista.

En este libro en especial, Terry Eagleton trata de desbrozar la paja del trigo en la pantanosa cuestión de lo que se ha llamado posmodernismo, reconociendo algunos aciertos de sus teóricos pero, mayormente, desde una perspectiva negativa de su objeto de estudio.

Desde un comienzo afirma que el término posmodernidad "alude a un período histórico específico", polemizando con aquellos que hablan del un fin de la historia. Habría para esto efectivas razones materiales: el surgimiento de un cambio histórico en Occidente hacia una nueva forma de capitalismo, "hacia el efímero, descentralizado mundo de la tecnología, el consumismo y la industria cultural, en el cual las industrias de servicios, finanzas e información triunfan sobre las manufacturas tradicionales, y las políticas clásicas basadas en las clases ceden su lugar a una difusa serie de ‘políticas de identidad´ ” (pág. 11 y 12).

La posmodernidad, entonces, sería un estilo de pensamiento que desconfía de las nociones clásicas de verdad, razón, identidad y objetividad, de la idea de progreso universal o de emancipación, de las estructuras aisladas, de los grandes relatos y de los sistemas definitivos de explicación.

En consecuencia, el posmodernismo se transforma en un destino cultural que refleja, con un estilo propio, algo de ese cambio de época en un arte sin profundidad, descentrado, sin fundamentos, autorreflexivo, juguetón, derivado, ecléctico, pluralista que rompe las fronteras entre cultura "alta" y cultura "popular" tanto como entre el arte y la experiencia cotidiana.

Por lo tanto, Eagleton hablará de "posmodernismo" para ocuparse de ambos conceptos, ya que los considera relacionados. Y deja en claro que lo suyo será un libro de ideas más que de análisis de obras de arte individuales. Se interesará más por la sensibilidad posmodernista como totalidad que por las ya consabidas formulaciones de la filosofía posmoderna. Acusará al posmodernismo de "tirotear" o caricaturizar las posiciones de sus oponentes, aunque reconoce que la perspectiva socialista desde la que mira pueda hallarse un poco debilitada: "parte del poder del posmodernismo es el hecho de que existe, mientras que considerar que existe el socialismo es más discutible...” (pág. 13).

En el capítulo dedicado a las ambivalencias del posmodernismo no deja de hacer notar que –pese a que todo hable en él de diferencia, pluralidad, heterogeneidad- la teoría posmoderna opera habitualmente con rígidas oposiciones binarias, con "diferencia", "pluralidad" y otros términos semejantes alineados orgullosamente en una parte de la cerca teórica como inequívocamente positivos, y cualesquiera que sean sus antítesis (unidad, identidad, totalidad, universalidad) como negativas (pág. 50).

Profundizando en la cuestión del fin de la historia, Eagleton sostiene que el posmodernismo no rechaza la historia sino la Historia –la idea de que existe una entidad llamada Historia poseída de un sentido inmanente y un propósito que se desarrolla secretamente a nuestro alrededor mientras hablamos. "Entonces hay algo paradójico en decretar el final de esta entidad, dado que al hacerlo se abraza la misma lógica que se rechaza".. (pág. 56).

En el muy breve capítulo dedicado a las contradicciones del posmodernismo, Eagleton discute la idea del pensamiento posmoderno del fin-de-la historia que nos augura un futuro no muy diferente al presente. "Pero hay un futuro posible entre otros, y su nombre es fascismo." (Pág. 198)... Y ve que la gran prueba política del posmodernismo radica en cómo zafar de esto, ya que su relativismo moral y su convencionalismo moral, su escepticismo, pragmatismo y localismo, su disgusto por las ideas de solidaridad y organización disciplinada, su falta de una teoría adecuada de la participación política pesan fuertemente contra él. Y pueden llegar a pesar mucho más que todo el cuerpo de obras que ha dado a luz sobre racismo y etniticidad, sobre la paranoia del pensamiento idéntico, sobre los peligros del totalitarismo y el temor a la otredad; todo esto muy valorable, al igual que sus profundizaciones sobre las maniobras del poder.

Como se desprende de todo lo que hemos dicho, Las Ilusiones del posmodernismo es un libro de lectura un tanto exigente, es un gran libro, que demanda del lector un cierto capital simbólico, pero que es absolutamente necesario para el debate de aquellos más curiosos y de todo estudiante e intelectual que desee estar al tanto de las posturas del pensamiento contemporáneo.

viernes, 23 de julio de 2010

Paolo Virno, siempre recomendable...

"Gramática de la Multitud", de Paolo Virno.
Para un análisis de las Formas de Vida Contemporánea.
Buenos Aires, Colección Puñaladas, Dirigida por Horacio González – Editorial Colihue, 2003.


“Multitud es sólo la otra cara del éxodo: son los hombres y las mujeres que no quieren conquistar el poder, sino que en todo caso lo quieren extinguir...”

Marcado esencialmente por la revolución ideológico-intelectual y la insurrección juvenil de 1968, Paolo Virno realmente despliega un desarrollo teórico y político de la noción de multitud que hace de este pensador napolitano, de 50 años, que habita cerca de Piazza dei Fiori en una de las más bellas zonas de Roma, sea un extraordinario y creativo pensador político y uno de los más interesantes escritores vivos de la actualidad.

La nueva terminología política que propone Virno, con palabras como Desobediencia, Intemperancia, Ejemplo, Resistencia, Éxodo o Milagro... etc. y fundamentalmente el concepto de multitud son conceptos que arriesga Virno porque es un autor profundamente contemporáneo, y porque pertenecen estas palabras a nuestra actualidad y a las nuevas prácticas políticas que responden a transformaciones inminentes o al porvenir, puesto que su utilidad histórica depende la desaparición de la forma política “pueblo”, y por ende Estado, o definido más aproximadamente “desplazar el monopolio de la decisión política de unas élites a otros sitios”.
La multitud ya no aparece como el equivalente de la guerra civil, de lo disperso, sino básicamente es una pluralidad “gramatical”, y esto es fundamental: la razón lingüística en común, y allí Paolo Virno se entronca en la tradición gramsciana de semiosis social y de lengua local.

“La Multitud es una forma de ser; y por la expresión foma de ser entiendo algo fundamental, básico, de relación con el mundo, con los otros, con la vida. Hoy es la multitud -y ya no el pueblo- lo que caracteriza todos los hábitos y mentalidades de la vida social: las modalidades de trabajo, los juegos de lenguaje, las pasiones y los afectos, las formas de concebir la acción colectiva [...] el pueblo converge en una voluntad general, es el reflejo del Estado. Por el contrario, la multitud es plural, huye de la unidad política, no firma pactos con el soberano, no porque no le delegue derechos, sino porque es reacia a la obediencia...”.

Por lo tanto, leemos el concepto de multitud, tal como lo entiende Virno de factura reciente, y que posee sin embargo, alargando y flexibilizando su concepto, antecedentes remotos que podrían llegar hasta Spinoza y Hobbes (su enemigo declarado), así como también Umberto Eco y su Obra Abierta o el enorme pensador L. Wittgenstein.

El concepto de “multitud” es en definitiva un fruto maduro de la teoría política de la Modernidad Occidental, casi una de las conclusiones inevitables de una secular discusión en torno a la validez semántica y cognoscitiva del texto social, de las voces, del dialogismo, la polifonía, y los discursos acallados por la Historia oficial.

La gran efectividad pragmática del relato implicado en la “multitud” reside además, y esto es central, en las condiciones de posibilidad de una teoría nueva del sujeto en el seno de un potencial teoría unificada de lo social en clave discursiva.

“Las luchas de liberación de la multitud comenzarán por esta sensibilidad por lo posible, o sea, por las distintas oportunidades”. La multitud es un concepto que no esconde los problema sino que propone enfrentarlos, confrontarlos con otros, y sacar provecho de costumbres prácticas que parecemos haber olvidados los sujetos contemporáneos.

Multitud implica multiplicidad no sólo de gentes sino de sentidos, la no univocidad de ningún sentido; no es inmanencia, no es inevitabilidad. Se trata de un concepto de comunicación, de recepción entre individuos, de aceptación de la alteridad y la diferencia, de heterogeneidad y asimetrías.

Es en este contexto teórico, asumiendo estas premisas que propone Virno, nos enfrentamos a un excelente libro de política pero también de semiótica, a un libro de historia pero también de sociología, que se elabora desde las primeras, tímidas líneas hasta desarrollarse como uno de los más sólidos fundamentos teóricos de deconstrucción contemporánea en cuanto al problema social.

“La multitud es también un conjunto de memorias y un gusto sensual por los lugares, por las historias que estos lugares nos cuentan”. Multitud entonces no es desarraigo, es éxodo pero no desarraigo, es pensar que el bailarín no comienza sus pasos cuando la música empieza a sonar, sino que el bailarín lleva, de antemano, la música dentro.

Esta nueva forma de existencia política que Virno verifica, antropológicamente si se quiere, incorpora al sujeto la suficiente potencia como para continuar en su lucha y para además conservar los buenos recuerdos de las aspiraciones de su nación. Su capacidad de actualizar el pasado, como diría Walter Benjamin, vinculan a este sujeto al presente y lo hacen vivificarse en ese encuentro.

* * *

Rareza

"El lugar Teológico de las mujeres. Un Punto de Partida".
Autores varios, compilación de Virginia Azcuy


El lugar teológico de las mujeres es una compilación que brinda un amplio panorama sobre una cuestión que parecería paradójica en sus propios términos: teología y feminismo. Tal cuestión es detalladamente abordada en el ensayo introductorio que lleva el título de la obra, escrito con eficaz economía de medios y recursos por Virginia Raquel Azcuy.
El ensayo es un relevamiento del estado de las cosas y, a la vez, un programa de tareas a realizar en base a ubicar a las mujeres como lugar teológico, un "lugar" en diálogo con la experiencia latinoamericana (en la zona de la teología de la liberación, aunque no como fuente, sino como lugar desde el que se interpreta), desde la recuperación de la experiencia de las mujeres, y en especial, desde una "memoria narrativa en solidaridad." También el ensayo releva la cuestión del lugar teológico de las mujeres, es decir, el significado y el desafío de la "Iglesia de las mujeres" para las iglesias particulares. Un buen ejemplo de todo ello es dado por el texto mismo, dejémoslo hablar en sus propios términos:

"¿Qué decir de todo esto? Parece evidente que después de un largo proceso de "invisibilidad" de las mujeres en la historia, la recuperación de sus experiencias y sus voces es impostergable. También es cierto que la "irrupción" de las mujeres en las realidades seculares y en los ámbitos eclesiales, como emergencia de una nueva conciencia, constituye como fenómeno global "un nuevo lugar hermenéutico." Si se tiene en cuenta que el silencio y la ausencia de las mujeres tienen causas históricas e ideológicas, se puede comprender que la mayoría de las teologías hechas por mujeres, sobre todo las que emplean una hermenéutica feminista, tengan un talante "crítico" y empleen como instrumental las "teorías de género." Esto no quiere decir, naturalmente, que toda mujer que hace teología deba ser feminista, pero creo que estamos llamadas a conocer los movimientos históricos de las mujeres, con sus gestos de protesta y solidaridad, y a comprometernos con el destino sufriente de las mujeres desde una teología que, sin dejar de ser inclusiva, sea a la vez profética y liberadora." (pág. 21)

Para Azcuy, un ejemplo de biografía teológica de dos mujeres estaría dada por la escena bíblica del Magnificat (el primer canto de alabanza de la era cristiana, recitado por la Virgen María al visitar a su prima Isabel), lo que también sería un ejemplo de “memoria narrativa solidaria”. Memoria agradecida por las grandes cosas hechas por Dios, narración profética que anuncia la victoria de los humildes y de las mujeres silenciadas y olvidadas, solidaridad femenina inauguradora de un nuevo espacio teológico, inclusivo también de “ellos.” En palabras de Azcuy:

“La teología mariana es la “irrupción” sencilla y la “visibilidad” consoladora que despierta el gozo de las mujeres: palabra, experiencia, biografía, oración. María e Isabel encontrándose, son el rostro de la mutualidad y el canto de la vida que se gesta en las entrañas. Ellas son, junto a muchas otras, “amigas de Dios y profetas”, sabias compañeras de camino.”

Si de tal riqueza e innovación es la propuesta de Azcuy –de la que sólo hemos dado un pálido reflejo- cabe imaginar que la sucesión de ensayos que nos esperan tras su introducción la ilustran de diversa manera y con colores variados. El estudio de Mercedes García Bachman nos informa sobre cómo el análisis de género ha influenciado las ciencias bíblicas, con ejemplos prácticos sobre pasajes bíblicos y utilizando el instrumental de otras disciplinas como la retórica literaria, las ciencias sociales y la hermenéutica. Una revisión del modo de interpretar y hablar sobre María es lo que ofrece “Reencontrar a María como modelo. Interpelación feminista a la mariología actual”, de Virginia Raquel Azcuy, donde se recupera a María como “amiga de Dios y profeta”, a modo de paradigma eclesiológico inclusivo. Por su parte, Lucio Florio en “Hacia una biografía de lo femenino. “El pensamiento de Julián Marías sobre la mujer” analiza detalladamente los aspectos atractivos que surgen de la reflexión del autor español para una teología de lo femenino que no eludan la cuestión del “humanismo femenino.”

Como puede observarse, esta publicación –un número de la publicación Proyecto, del Centro de Estudios Salesiano de Buenos Aires– con su casi dos docenas de excelentes trabajos constituye toda una introducción para aquellos que desconocen los alcances del maridaje entre teología y feminismo.

Reseña

"ARTE MENOR", de Betina González - Premio Clarín Alfaguara

La novela ganadora del reciente premio Clarín termina constituyéndose como una elogiable búsqueda del lazo primal que genera y sostiene la identidad de todo ser humano, la relación con sus padres. En este caso, la del padre, un escultor de fama esóterica llamado Fabio Gemelli.
Claudia, una treintañera agotada por un trabajo insalubre y temerosa de enfrentar un matrimonio reciente, sale a la búsqueda de las distintas imágenes de su padre que construyen las relaciones que estableció ese hombre elusivo con tres mujeres mientras aún estaba casado con su madre. ¿Cuál es la motivación? Claudia siente que la ausencia del padre revela "una ausencia de su propia historia."
Con agudeza, la joven escritora Betina González, -egresada de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UBA, donde también oficiara como docente e investigadora-, presenta las voces de esas mujeres (una de ellas mediada por un oficioso acto de travestismo que no hace más que alejar toda posibilidad de certezas) que no sólo fueron seducidas por ese hombre sino que, transcurridos más de 20 años de su muerte, siguen reaccionando ante esa seducción.
Se encuentran los ecos de Puig en esta presentación de las voces -aunque siempre medie la narradora- pero las resonancias mayores son las de Marco Denevi, ya que la mirada caricaturesca tiene mucho de la que burilara Rosaura a las Diez. De hecho, la narradora configura un mapa estableciendo puntos de referencia que la acercan a Julio Cortázar -son constantes las menciones a Rayuela, uno de los libros que heredó de su padre, tachonado por las marcas de lectura de una de sus amantes- pero la mirada en torno a los personajes, la agilidad del relato y la liviana ironía la acercan repito más a Denevi.
¿Y qué se puede decir del propio Gemelli? El rompecabezas que se va armando -puntuado por el suspenso- lo revela como un artista de la vida, alguien capaz de ofrecerle al otro la imagen que mejor le cuadra en ese momento. Mediocre productor de hechos artísticos -esculturas de mujeres desnudas rodeadas de manzanas, burdas metáforas de la tentación bíblica- ha dejado huella en aquellos que transitó, al menos la suficiente como para generar y pregnar todo el discurso.
A lo largo del relato, y de los años en la Argentina, hay quienes lo ven como un albañil o un subversivo, un maestro o compañero de viaje afectivo con limitaciones, promesa en ciernes o criminal de poca monta. Lo cierto es que el efecto que perdura es el de un hombre seductor, atractivo físicamente, muy hábil con las palabras, y que ha hecho de su cuerpo -por su atractivo, por su voz- un arma de seducción. Un hombre eternamente inmaduro, incapaz de llevar adelante un matrimonio y la crianza de unas hijas con la responsabilidades que conllevan. Un hombre incapaz también de ofrecer un sostén emocional para esas hijas que se crían con los manotazos de ahogado que una mujer sola puede dar ante la adversidad.
Hay entre tanta ironía mucha tristeza en Arte Menor. Claudia es el fruto de una relación sin amor -su padre fue obligado a casarse con su madre al dejarla embarazada- y Fabio utiliza el hogar como una especie de “aguantadero”, un espacio de referencia en el que siempre encuentra un plato de comida disponible -por más que deteste lo que le prepara su mujer- y una almohada donde hacer reposar su cabeza algo hueca.
Finalmente, deja a esposa e hijas a la deriva, a la espera de un cheque o de un llamado teléfonico que nunca llegan o nunca sabe cómo figurar. No hay afecto verdadero en él, no existe el compromiso emocional. Es un hombre inútil, que en su transcurrir ha dejado en la indefención emocional a aquellos que no fueron lo suficientemente capaces de protegerse.
Claudia es un ejemplo de ello; por lo tanto, y no por lo variopinto de los testimonios que va recogiendo la novela, su búsqueda es -en un punto- una quimera. Lo único que le queda es aferrarse al producto de su padre, aquello que ha quedado oculto a la mirada, una profunda imbricación madre e hijo localizada en una escultura que alguna vez vendiera a un municipio de provincias. ¿Imbricación que nunca logró, que deseó y no halló? Betina González deja la cuestión sin responder.
El contacto de la hija con la obra de su padre es lo único real (un padre que escamoteó su afecto, y por ende su cuerpo) y lo que lleva a Claudia a mostrarse tal cual es: un ser sufriente que llora la pérdida de un padre que no pudo ser, abierta y expuesta en su vulnerabilidad al descubrir el triste secreto que anidaba tras la imagen del progenitor.
Si el sabor que nos deja es agridulce, la escritura es ágil y la lectura placentera. Como puede verse, hay mucho para descubrir en esta agradable sorpresa novelesca.

¡Bienvenida Betina González a las letras argentinas!