viernes, 2 de julio de 2010

EL CARNICERO. Dir. Claude Chabrol (1970)

Chabrol no es un director político, para mi gusto, al menos no en el sentido tradicional y desgarrador como podría serlo el S. Kubrick de “Nacido para Matar” o el Oliver Stone de “Pelotón”. Yo hablaría en este caso de “El Carnicero” como un film más bien de índole cultural y antropológica, que es a la vez una metáfora política. Una antropología de denuncia y de cinismo inconformista. Un film de formación y de apasionamiento.

El Carnicero, 1970, se realiza en el contexto de la Francia horrorizada y abstraída de su sangrienta aventura colonial. Pocos años antes, en 1965 aparecía “La batalla de Argel”, una película ítalo-argelina, dirigida por Gillo Pontecorvo[1], en blanco y negro, que documentaba y denunciaba las cruentas atrocidades que cometió el ejército francés durante la denominada “guerra antisubversiva” librada para mantener la ocupación de Argelia.

En el caso de Chabrol, su "carnicero" es un personaje central, al que apodan Popaul, y es uno de los “carniceros” que han librado esa batalla y que regresa a su pueblo, sobrecogido por el trato cotidiano con la barbarie, por el hedor de la sangre y la contemplación de los cuerpos mutilados por la tortura. Su retorno no es, sin embargo, sencillo. Francia regresa derrotada, y su sociedad no está dispuesta a escuchar las atrocidades que el carnicero necesita relatar y prefiere seguir adelante con su rutina, blindada como está, y como si eso que sus ejércitos produjeron en otras tierras no resultara de su incumbencia.

En este sentido, el personaje de Hélène forma parte de una metáfora mayor, la de aquella sociedad francesa que espera que esos soldados que regresan se acomoden a la vida cotidiana de un modo amable, que no molesten con historias sobre lo que les tocó ver o hacer, y sobre todo, que repriman a la bestia carnívora que tuvieron que encarnar en las colonias y se comporten como seres civilizados. Sin embargo, como la propia Hélène explica a sus alumnos en la escena célebre de la cueva, el salvaje (el hombre cromagnon) lucha por la supervivencia. Y es en esa tensión que Chabrol construye, con maestría a no dudarlo, un thriller de profundo contenido humano.

Popaul es un personaje trastornado, que genera toda la empatía del mundo a pesar de su paradójica condición de asesino, puesto que sin filtros narra las traumáticas experiencias de la denominada guerra “antisubversiva” que Francia supo desplegar primero en Indochina y luego en Argelia- y en cambio Hélène representa a aquellos que se salvaron de ese calvario y logran un extrañamiento y una posibilidad de abstracción.
No por nada mi percepción es rancia y llena de suspicacias respecto de esta maestra de pueblo que, huyendo simplemente de una relación amorosa frustrada, se establece de manera semiestoica y pétrea en una sociedad pueblerina y pequeña que no la termina de asimilar. Y lo bien que hace. No resulta una tarea sencilla.

Es llamativo que nadie en el pueblo quiera escuchar a Popaul. Y menos Hélène que ya tiene bastante con sus alumnos. Él representa una contradicción social que pocos quieren o desean advertir:


- INVISIBILIDAD de Popaul versus VISIBILIDAD de Hélène.

- EL MONUMENTO EN LA PUERTA DE LA CASA DE Hélène. Ella VIVE en el sitio donde está emplazado el monumento de guerra del pueblo...

- Hélène... es la ANTIPOLITICA??????? MENTIRA! Es una hipócrita que saca el jugo de su pueblo de un modo soberano y soberbio. Su estoicismo y su yoga y su posición fría ocurren porque goza de poder. ¿El problema es de quién es el relato de ese poder? ¿Quién lo relata????’’ ¿Todo el pueblo de Tremolat????

No podemos pedirle a Popaul que “cumpla con la patria”, torture, carnee en Argelia, cuya guerra no fue convencional ni nada que se le parezca, y luego pedirle que sea un pacífico y tranquilo carnicero de pueblo, ingenuo y paciente.

Chabrol puede hablar de cuestiones políticas sin mostrar directamente, ni claramente, el grupo de contradicción: ¿lo racional versus lo intuitivo? Resulta poco.

Frente a la cultura, o frente al aula, o frente a la empresa pedagógica que encara Hélène, la gran constructora de consenso y de mirada superadora, que conjuga una consideración respecto de un culpable cierto y una sociedad a la que comprende empáticamente.

Hélène es un misterioso manojo de contradicciones: ha creado a su alrededor un escudo protector racional: su muletilla preferida es la palabra «lógico», y el instintivo Popaul lo nota enseguida y le hace saber rápidamente que desconfía de tanta certidumbre. Sin embargo bajo esta fría apariencia muchos estremecimientos misteriosos ocurren, que no nos son revelados...


Valeria



RESPUESTA DE OSCAR:


Está muy bueno. Quizás las únicas objeciones que planearía son de estilo: claramente el comentario va perdiendo fuerza hacia el final. La argumentación está bien y se mantiene (con la derivación del eje racional-intuición) hasta el final pero falta un cierre, una especie de conclusión... Es como que este texto se va deshilachando, no mantiene su fuerza hasta el final.

Me gusta esta mirada casi sociológica, -cumple el objetivo de plantear una mirada "otra" sobre el texto distinta a la mía, más apoyada en en lo estético- pero también la noto como más pertinente para Ariel que para vos. Cuando vos hablás de política -para mí, que te conozco- parece que lo hicieras en una lengua extranjera. Así y todo aparecen retazos tuyos en la utilización de adjetivos: como en el caso de "desgarrador" o de "un film de formación". ¿Qué sería un film de formación? ¿De formación para quién? No será de "deformación", sobre la maleabilidad y deformidad a la que puede llegar el espíritu de dos personas heridas por diversas circunstancias... Es una idea para que emplees más tu poderosa prosa poética.
Impecable la introducción del contexto: como en mucho texto con una mirada sociológica es una premisa insoslayable... en este caso la fundamentación derivada de la guerra de Argelia.
A lo que aspiro es a que hagas otro trabajo donde te exprimas vos un poco el seso y juegues más con el lenguaje, quizás indagando en la dirección de este párrafo:


Chabrol puede hablar de cuestiones políticas sin mostrar directamente, ni claramente, el grupo de contradicción: ¿lo racional versus lo intuitivo? Resulta poco.
Ahí, encarnado, está el germen de una lectura de género. Helene, como la Melanie de Los pájaros, en una mujer que desafía las convenciones (y es castigada). Fuma cuando todavía ese gesto es llamativo para el pueblo - o para Popaul. Hace gala de una formación y un gusto para el vestir que la transforman en un cuadro abstracto para Popaul y aquellos que no la pueden asimilar. Eso podría acicatear las ganas de un Popaul de faenarla, carnearla... para amancebarla y hacer suyo aquello que tiene de tan perturbadoramente atractivo. A quién se le asigna generalmente la categoría "racional" y a quién la de "intuitivo" en el plano social...
Como ves, hay toda una potente lectura de género fermentando en ese párrafo, sólo habría que desarrollarla, en el marco de tu imaginación -que podría no tener límite- y sin escaparse de los alcances que plantea el texto "El carnicero".
Tal como está configurada, Helene ¿es una mujer para casarse o para tener de amante? Desde qué punto de vista, por qué. ¿Por qué y para quién es tan irritante Helene? ¿En qué contexto es una anomalía alguien como Helene? ¿Para qué grupo de conceptos, preceptos, es peligrosa-irritante Helene? En qué consiste su castigo...?
En el caso de la Melanie Daniels de Los pájaros, su conducta transgresora es penada por la naturaleza -el extraño comportamiento de los pájaros-, la cultura -una madre que no quiere dejar escapar a su hijo-, etc. Se la diferencia de la maestra que supo ser amante del protagonista: esas mujeres sólo pueden terminar mal en la cosmovisión que plantea Hitchcock. Para que Melanie pueda ser una mujer para casarse -con todo lo que ella plantea e implica de cercenamiento de sus libertades como individuo, debe ser macerada. El recorrido de Melanie por Los pájaros la devuelve apta para ser la esposa de alguien (en el contexto que plantea Hitchcock); termina hecha bolsa, catátonica, en brazos del macho que la conducirá (cuando en un principio se conducía solita y sola). En fin... ves que hay muchos disparadores.

Para concluir, es un muy buen trabajo. Plantea una mirada diferente sobre el mismo objeto. Veo muy potente la lógica argumentativa. Más deshilachada la intuitiva.

Así se empieza. vamos a ver cómo se sigue.

OSCAR.
[1] La idea de filmar esta película nació de un proyecto del primer gobierno independiente de Argelia, dirigido por Ahmed Ben Bella, que fue propuesto a directores italianos de cine social.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Estimado(s) autor(es):

    Observo que esta película ha generado una notable variedad de opiniones desde puntos de vista muy diversos.

    La visión concreta de esta entrada me parece sugerente, pero no la comparto. Entiéndaseme: aprecio que algo de lo que aquí se dice sí aparece en la película, pero no con la misma contundente importancia. Así, yo no veo el personaje de Helene como no receptivo a lo que le explica Popaul. Más bien todo lo contrario: ella le confiesa haber pensado en todos esos cadáveres de los que le habló. Simplemente es que la experiencia de él es incomprensible desde la vida de ella y viceversa. En cuanto a la vida de pueblo, apenas hay interferencia entre esa vida y los dos personajes: no hay cotilleos, miradas, comentarios por parte de terceros. No hay nada, sino sólo la relación entre ellos dos. ¿Qué puede comunicar a nadie Popaul, con su poca formación? El hombre apenas puede hacer otra cosa que una descripción de cadáveres.

    Un saludo.

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