jueves, 5 de agosto de 2010

Versos dedicados

En mis rodillas siento el roce de las tuyas,
y tu nariz fruncida
debe llorar en cierto lugar de mi cabello.

Eres como un jarrón azul
y florecen tus manos igual que margaritas,
temblorosas al darse.

Ambos sonreímos
sin hablar
al pie de la tormenta
de amor, de dolor, de vicio.

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