sábado, 26 de junio de 2010

La humedad

Debo detenerme unos instantes en este asunto de la humedad que me carcome.

Digamos que se trata de un medio genesíaco, del que nacen cosas. Esto ocurre, desde luego, en la naturaleza, pero también, como medio ambiguo, en la poderosa mitología. Parece que Anaximandro creía ya -y no los porteños- que en un principio era humedad toda la región alrededor de la tierra, pero, al ser secada por el sol, la parte vaporosa originaba vientos y éstos las revoluciones del sol y de la luna. Mientras que el resto es mar.
Los primeros seres vivos nacieron de lo húmedo, envueltos en escamas, luego se les fueron secando y se les quedó como una corteza, hasta que esta misma también se rompió y entonces vivieron durante un corto tiempo una vida distinta. Los animales nacerían de lo húmedo evaporado por el sol.

¿Pero y el hombre -o la mujer da igual? Al principio parece que era semejante a un animal: el pez, como animal de raza similar y pariente.
Otros sostienen que los astros celestes nacen de la tierra, por la humedad que de ésta surge. Cuando una exhalación se rarifica,nace fuego. Del fuego elevado, la frase "lo que mata es la humedad".
En este sentido, la humedad no sería sólo origen sino destino fatal, una mezcla de tierra y mar, y con el tiempo, si todo va viento en popa, la tierra quedará disuelta por la humedad, hasta convertirse todo en barro. En ese momento, comenzará una nueva generación histórica y chau baires.

Para qué seguir, si en tradiciones míticas menos cultas, como la nuestra por ejemplo, el hombre nace del barro primordial. Esto es la humedad con sentido, y su medio más propicio bocas, marismas, pantanos, fango. Lo genesíaco siempre va unido a estos estados intermedios pero no absolutos de los elementos, magma, barros, polvo.....

En toda marisma hay algo enfermizo porque representa una excesiva potencia generadora, incubadora de vida, y también de enfermedades. Y con éstas vendrían los estados alterados, los delirios, la conciencia de no ser, el tango, bah! caldo de cultivo de apariciones y humedad. Los dioses en estos casos esperarían fumando y nada de sus cosas tendrían estado cierto.

Pero, ¿y la marisma interior? ¿La humedad por confusión, presidio, desazón o cambio? Hay un empeñarse de la plenitud de los virtuosos que de pronto hace mutar todo en abyección. Yo pienso que es pureza sublimada, bordea siempre el precipicio del pecado, hay una invasión de amor que es pura espiritualidad, y que rara vez se condensa en carnalidad -porque son "los virtuosos" y no le dan al tango.

Somos mutantes y nacimos en ciénagas, y de puro milagro, en nuestra marisma interior, vagamos confundiendo la moral, la salud y la enfermedad. Nervios, fiebre, desmayos, caída y recaída, pesadillas e insomnios, visiones y miedo permanente al precipicio, que es un principio, precisamente, de la locura.

Extrañamos en cantidades húmedas. Esa es mi lenta, vana, sensación de hoy. No voy a escribir ya tan saludable y exultante en contraste ahora con la poca luz, algo de lluvia inventada y el sol que todavía no calienta.
Pero voy a seguir intentando escribir nuestra humilde humedad.

Eso sí: participo tristemente de la conciencia de lo vetusto.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario