miércoles, 4 de agosto de 2010

Menoscabo de la mosca

Casi siempre me acerco a una mesa y la veo, minúscula mancha negra que se confunde con los colores del mantel o del diario... Siempre es tarde cuando la he visto, porque no puedo dejar de pensar ya en su inútil e insoportable existencia. Por lo dicho queda claro que no me apena su suerte. Y casi preferiría incluso que su desaparición quedara certificada por la mera extinción inmediata de los billones de orgullosos individuos que todavía defienden sus territorios.

Porque lo que entendemos por naturaleza no es ya otra cosa que una especie de jardín inglés en el que hemos dejado sueltos, como adornos móviles, unos cuantos pavos reales y un puñado de ardillas amables. Tenemos además la pretensión de que ninguna de esas cuidadas escenografías no acoja la presencia sinuosa y triste de la mosca.

Precisa, calma, jamás nacida y sin final.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario